Día 6: AU Fantasía

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TW: Sangre y mucha violencia explícita

En principio, el soplo que había recibido era fiable

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En principio, el soplo que había recibido era fiable. Jamás la había engañado y cada una de sus incursiones le proporcionaba una gran suma de dinero a ella y nueva mercancía al mercado negro que controlaba Doflamingo de la que podía alardear hasta la siguiente subasta clandestina.

A Nami jamás le habían interesado las antigüedades; ella solo se fijaba en su valor económico antes de allanar un nuevo palacio y robarlas sin miramientos. Si el Museo Británico podía hacerlo impunemente, ¿por qué no ella también?

Aquella vez había escuchado de las joyas que seguían guardadas en un viejo castillo europeo cuyos dueños habían perecido siglos antes sin dejar ningún rastro de descendencia que hubiese tomado el título de conde y, por tanto, heredado las tierras.

Si la información que le habían proporcionado no podía ser menos que fiable, ¿por qué podía ver luz a través de las ventanas de dos de los torreones? ¿Quizá la población local había tomado el castillo o alguien había okupado la propiedad? Nami no recordaba ningún tipo de rumor sobre museos o patrimonio histórico que sería devuelto al pueblo bajo alguna excusa de investigación o conservación...

Cautamente, Nami continuó escalando por una cuerda hasta un balcón de la segunda planta. No importaba que estuviese vigilado; la recompensa debía compensar lo que costaba el viaje hasta aquel lugar remoto del mundo y nadie notaría que faltaban unas cuantas joyas. Solo esperaba que nadie las hubiese robado antes que ella.

Aún no era invierno, pero en aquel lugar arreciaba una tormenta de nieve. La había usado para cubrir sus pasos por el terreno habitado del valle, pero en aquellas circunstancias habría preferido mejores condiciones para la escalada. Al menos cuando se marchase corriendo podría despistar a cualquier perseguidor que pudiese sentirse molesto por su incursión.

Como había aventurado, seguía habiendo inquilinos en el castillo. La puerta que daba al balcón estaba en perfecto estado y ninguno de los cristales de las ventanas se había estillado a pesar del agresivo clima de la zona. Aun así, cuando tomó el manillar de la puerta, este cedió ante el peso de su mano con una ligera brisa.

Eso era una buena señal. Quien fuese que estuviese allí debía tener su guardia baja en aquel momento y no esperaba que hubiese alguien capaz de robar en un castillo. Cuando abrió la puerta del todo, la estancia que encontró fue una librería tan repleta de libros que estes se acumulaban descuidadamente en el suelo, abiertos o cerrados, llenos de polvo o recientemente sacudidos. El olor en el aire le daba ganas de estornudar, pero Nami trató de contenerse y escuchar alguna respiración, algún murmullo que le indicase que había alguien en los recovecos de la sala.

Estaba sola. Nami se permitió suspirar y carraspear y dejó parte de su equipamiento de escalada en el balcón, aunque mantuvo consigo una cuerda con gancho por si necesitaba hacer una escapada rápida. Quizá ya podría encontrar joyas de valor allí, como manuscritos jamás descubiertos o atriles macerados en oro, pero sabía hacer su trabajo mejor que eso. Si se distraía con posibilidades ajenas a su misión lo más probable era que no pudiese transportar ni la mitad de su nuevo tesoro, especialmente si tenía que ser ligera de pies para no ser detectada.

Taste the revolution; One Piece Lesbian WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora