¿Aún no Crees en El?

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¿Alguna vez has sentido miedo, dolor, angustia o desesperación? Por supuesto, todos los seres vivos han experimentado aquellas temibles emociones, sensaciones y sentimientos; aquellos males que aquejan en algún momento  y cuya intensidad, aunque variable, ocasiona el mismo resultado; arribar a la cumbre de la vida sólo para descender inminentemente por el abismo de la muerte… Sin embargo, existe un agente entre estos eventos y hasta cierto punto puede evitar el abrupto desenlace.

Cuando acaece alguna molestia, sólo se puede desear su cesación. Lo único que se anhela es “algo” que sosiegue los nervios crispados, que apacigüe al espíritu turbado, que mitigue las penas del alma… Todos tienen la esperanza de ser escuchados en su aflicción, de ser auxiliados en sus dificultades, la necesidad de sentirse protegidos de los peligros que acechan en la oscuridad. Si… todos quieren estar salvos, tal es el motivo por el que recurren a la espiritualidad; todos creen en algo, necesitan creer en algo.

Pero él no cree en ti, de hecho, ni siquiera está presente. Quizás no te importe y ¿sabes?, está bien, a él tampoco le importas. No, no creas que te ha abandonado, más bien nunca ha estado contigo, desde el inicio has estado desamparado por aquel “algo” que creías, estaba a tu lado. Es más, ni siquiera existe, en el sentido estricto de la palabra. Pero yo sí. Desde siempre, incluso antes de la primera luz que deslumbró tus sentidos. Yo estuve ahí ¿recuerdas? la primera imagen que tus ojos percibieron, la que infundió un intenso terror en tus adentros, aquella que provocó la primera emoción que experimentaste: miedo. Si, estuve ahí, así como estuve en cada momento de tu vida, así como ahora me encuentro aquí. ¿Dónde? Tú lo sabes, lo sientes. ¿Me has visto? No, nunca pero no porque sea invisible o no puedas percibirme. Simplemente no quieres verme, niegas mi existencia a sabiendas de que es una verdad evidente, intentas excluirme de tu repugnante vida y a veces crees que me has olvidado… pero sigo aquí, seguiré aquí. Sólo estamos tú y yo.  Más no creas que estoy aquí para protegerte, que estupidez es pensar en eso, sólo busco diversión sin moral, sin límites. Me satisfago con esas sensaciones presentes en momentos cruciales; cuando el terror te invade al encontrarte con la oscuridad, cuando la ira abruma tu razón después de que he frustrado tus planes, cuando te robo el aliento mientras duermes…  No puedes evitarme o controlarme pero yo a ti sí. Puedo reprimirte y manejarte a mi antojo, incluso lo he hecho unas cuantas veces… ¿Recuerdas la emoción cuando golpeaste a aquel individuo? ¿O esa ocasión en la que un impulso desconocido te incitaba a lastimar a aquella persona? Si, ahí me encontraba, de hecho, la maldad de esos actos fue lo que me otorgó la posterior satisfacción…

¿Vas a seguir negándome? Es mejor que continúes haciéndolo, no me gustaría terminar ahora mismo, ¿Sabes por qué? ¡Es que es muy entretenido! Jugar con tu incredulidad, beber tus lágrimas, devorar tus anhelos, aniquilar tus esperanzas.

Mi palacio está forjado con el dolor perpetuo de mil millones de seres condenados, el gesto de estupor de dos mil ánimas adorna sus muros teñidos con la sangre derramada de los mártires y los justos. Los gritos al unísono de un millón de vírgenes ultrajadas  resuenan por cada espacio, hasta llegar a mi trono asentado sobre  la frustración de veinte mil almas confundidas. Mi forma está revestida con el llanto de  quinientos seres no paridos, en mis extremos sostengo el cuerpo inerte del miedo mientras engullo el reflejo del alma de cada uno de los condenados.

¿Ahora crees en mí? Después de todo sólo soy una parte; la que se encuentra latente mas no ausente, la que te ofrece mil posibilidades más allá de tus límites, la que reniegas y temes, pero nunca abandonas.

¿Ahora si deseas saber dónde me encuentro?  Sencillo,  lo único que debes hacer es apagar el monitor…

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