17| Con calcetines impares a las dos de la mañana

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Comienzo el día con una afirmación.

«Soy valiente, soy fuerte y puedo sobrevivir este día»

Leí en algún lado que repetir afirmaciones positivas de manera consciente te ayuda a motivar y crear tus días, sirve para enfocarte en lo que quieres que pase en el futuro y lograrlo a través de las palabras que utilizas ahora.

Espero que sirva, porque han sido días difíciles.

Pasé toda mi vida pensando que en cuanto Edson —principalmente— se fuera, todos mis problemas desaparecerían. Porque él era la causa de mis emociones negativas y la mayoría de mis pensamientos intrusivos.

Pero él ya se ha ido.

Y yo sigo sintiéndome mal.

No he hablado con él, y no pienso hacerlo en un futuro cercano. Es verdad que el pasado no define quien soy ahora, sigo creciendo y aprendiendo cada día, simplemente... no he terminado de sanar. Estoy segura de que algún día lo haré, y cuando eso pase, quizá y solo quizá, hable con él.

A veces solo quiero una explicación, preguntarle... ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué se quedó con nosotros si no nos quería? ¿Qué ganaba con hacernos daño?

Llegó a decir que si nos quiere, o nos quería al menos. Las palabras no valen nada si sus acciones demostraban todo lo contrario.

Me gusta pensar que su intención nunca fue ser cruel y herir mis sentimientos, que quería ayudarme y nunca supo cuál era la forma correcta.

Realmente quiero perdonarlo, pero apenas pienso en él me dan ganas de llorar, todo es muy reciente todavía.

Y mamá afirma que el tiempo se encarga de todo. Yo elijo confiar en ella.

El día de ayer, igual por la mañana regaba mi planta monstera tranquilamente cuando mi madre entró a mi habitación.

Tenía una sonrisita sospechosa que me alarmó aún más cuando declaró que tenía una propuesta.

Me tranquilizó saber que solo quería que fuéramos a terapia.

No estaba muy segura, pero digamos que soy algo fácil de persuadir. Me convenció para que primero fuéramos a sesiones separadas, si nos gustaba o no ya pensaríamos en si íbamos juntas. Cómo familia. Porque ahora ella era mi única familia.

No puedo negar que lo necesitamos.

No sé cuánto tiempo llevaba pensando en eso, porque ya tiene agendada una cita para cada una.

Y la mía es pasado mañana.

Tengo miedo de que la psicóloga no me dé buenas vibras, o que me critique duramente. Hay tantas cosas que pueden salir mal que me planteé fingir estar enferma para no asistir.

Pero yo solita me ayudé a recapacitar.

Una oportunidad y si no me gusta, no volveré en mi vida.

Y no es hasta la tarde que me distraigo un poco, en el trabajo.

Como mamá no va a estar en casa, decidí traer a Clifford conmigo.

Aunque ya es verano, el calor aún no llega a ser sofocante. Y cómo en poco tiempo se ocultará el sol, no me preocupa que se quede afuera bajo el mismo árbol de siempre.

Dejo que ladre a la ardilla todo lo que quiera y dejó de observarlo por la ventana para concentrarme en trabajar.

Si es que eso significa reunir toda mi fuerza de voluntad para no darle un golpe con la cuchara de metal a Winston.

Tulipanes para GinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora