26 | El fin de un verano eterno

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No llegamos exactamente a tiempo, pero si vamos a criticar, los del equipo de fútbol llegaron incluso más tarde.

Ya conozco la casa de Bianca, pero de noche y con gente colada por ahí luce diferente.

No hay toda una multitud, pero si son más de los que esperaba.

Al menos sé donde está el baño por cualquier cosa.

Sin soltar mi mano, Winston nos guía hasta llegar al pequeño salón donde la chica de ojos verdes habla con Cher de Clueless y un ángel, me parece.

Antes de que ella termine de hablar con ellas, Toby aparece y se acerca a saludar, o debería decir La pantera rosa.

En cuanto Winston lo ve no se preocupa en disimular la carcajada.

—No tienes derecho a burlarte ¡Eres una rata!

—No soy cualquier rata, soy todo un chef.

—Seguro, ¿a quién quieres engañar? Todos sabemos que eres la mascota de Gina —dice dándome un abrazo a modo de saludo.

En eso, se nos une Caleb.

—Tú si sabes lo que es un buen disfraz —asegura el castaño—. Y está en el universo cinematográfico correcto —añade en voz baja para mí.

Pongo los ojos en blanco, y sin hacerle mucho caso, halago el disfraz de Caleb, quien pretende ser Robin, muy orgulloso.

—Teníamos muchas opciones, y una de ellas era Nightwing.

—¿Y qué te pasó? —señala el pelinegro con burla su disfraz de roedor.

—Si mi novia quiere que sea una rata, yo seré una rata.

—¿Y tú eres Linguini? —Caleb se dirige a mí.

—Me he rizado el cabello por eso—asiento emocionada.

Para esto, Bianca por fin está libre y nos saluda con alegría.

—¿No era más fácil que fueras tú el pelirrojo, tú la chica bonita y tu ratita gigante el chefsito? —cuestiona el ojiazul.

Me cruzo de brazos porque noto la intención de burlarse de Clifford.

—Hoy me dirige la amabilidad, así que ignoraré tu comentario y te diré, que el rosa definitivamente es tu color.

—¿Verdad que sí? Bianca aún no está convencida de eso.

Suelta una de sus carcajadas peculiares y me rodea los hombros con su brazo.

—No te enojes, sabes que yo amo a Cliffie más que a nadie.

—Vale, pero no me toques —me quejo apartándolo de mí—. Si sigues con esa sonrisa macabra tendré pesadillas.

—Yo soy quien tendrá pesadillas con la rata fea que tienes por novio.

—Eh, que yo soy una rata bonita. Y sé cocinar.

—No, no sabes —añade Caleb.

—Pero mi personaje sí.

—Oigan, ¿pueden dejar de discutir y disfrutar que he vuelto?

—¡Bianca, qué gusto volver a verte! —exclama Winston mientras que los cuatro vamos a darle un abrazo grupal.

Como llevamos haciendo cada que menciona que ha vuelto, es una buena forma de molestarla.

—¡No! —chillo emocionada finalmente fijándome en cómo está vestida.

—¡Si! —me imita—. Tenía que hacerte caso.

Tulipanes para GinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora