01: El otro Jimin Pt.2

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Siglo XXI.

Seoul.

Al Oeste cerca de las afueras de la ciudad.

Hospital Regional, habitación 613.

A las 2 horas de la madrugada.

7 horas después del incidente...









No era seda, ni satín, ni terciopelo. Era una textura fibrosa, plana, para nada suave y muy fría. En medio de su despertar continuó desplazando los dedos por la superficie, aspirando el fresco aroma floral de la primavera, lo que era un poco extraño considerando que estaban comenzando el otoño. Fuera de eso se tomó su tiempo de sentir sus inhalaciones, a su pecho expandirse, a ese algo molestando justo sobre el dorso de su mano y como si este dolor se infiltrase al interior de su cuerpo, debajo de la piel, y acariciando cruelmente hacia arriba hasta perderse en el codo. Su rostro se contorsiono quejumbroso. Sus pestañas se pusieron en su contra pegándose con lagañas para evitar separarse en un letárgico parpadeó, la luz lo cegó los primeros segundos.

Con los oídos tapados comenzó a percibir un timbre continuo rebotando entre el aire; amagó tragar saliva y se encontró con la boca seca, ganándose una tos que le oprimió el pecho. La luz se esclareció a la vez que su visión. Una voz se alzó sobre el timbre llamándolo por su nombre, pero no consiguió emitir sonido humano más allá de un bajito gemido. Sus ojos viajaron hacia abajo en busca del origen de aquella voz que se le hace tan familiar y lejana a la vez. Encontró movimiento en el entorno que le rodea, al igual que distinguió tres faros de luz iluminando desde arriba como pequeñas estrellas centellantes.

—¿Puedes oírme? —escuchó claramente ahora, el rostro que se inclina en su dirección comienza a adoptar facciones definidas y conocidas—. Mierda, Jimin ¿Me escuchas?

Si, quiso decir, si te escucho. Más, esas palabras fueron suplantadas por otro gemido, similares a una aspiración desesperada de aire. Abrió los ojos lo más que pudo y, sin advertir la rigidez en su cuerpo, buscó levantarse para apartarse de aquel rostro. Su espalda choca contra dureza y suavidad propia de una nube, evitándole la tarea de poder alejarse de aquel rostro que le mira con molestia.

—¿Estás bien?

No tuvo oportunidad de responderle al personaje cuando otros dos nuevos llegaron por una puerta, entonces fue consciente de todo el extraño lugar. Se encontraba en una cama muy alzada del suelo, con barandillas de plata aprisionándolo en la misma; una fina sábana lo cubre desde los pies hasta la cadera, al igual que sus ropas fueron cambiadas por un vestido de color del cielo en esa época del año. Sus pies están fríos, las manos le tiemblan y el timbre avanza a paso veloz como si estuviera teniendo una carrera con los latidos en su pecho.

Uno del par que acababa de aparecer se le acercó con lentitud, vistiendo un vestido hasta la rodilla de un inmaculado blanco y partido por en medio, exhibiendo una extraña ropa en colores madera.

—¿Jimin? —musito el hombre viejo y de vestido abierto—. ¿Cómo te encuentras?

¿Quería saberlo de verdad? ¿Qué no veía la situación?

Está prisionero en una cama por primera vez en su vida, rodeado de fantasmas de vestimenta extraña que saben su nombre y en un lugar completamente desconocido. ¿Era el infierno? ¿Estaba muerto? ¿La corriente eléctrica que sintió antes de caer dormido fue algo más allá que le arrebató la vida?

El primer fantasma se le antepone al que lleva vestido abierto, aquel que tantas veces ha visto en las mañanas, con cabellera negra y hasta las mejillas. De ojos felinos, boca suavemente rosada pálida, piel clara y voz grave, sin olvidar aquella cicatriz atravesándole el ojo derecho.

This life isn't mine! / YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora