04: La Montaña Prohibida

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—¡Hora de despertar! —dijo entrando a la habitación, abriendo las cortinas para dejar que la luz iluminase por completo, ignorando cómo el príncipe Jimin se sienta en la cama exaltado debido al susto—. Tenemos mucho trabajo que hacer y no pienso esperarte —continuó al desplazarse a la cama para dejar cerca de él el bulto que llevaba en brazos—. Aquí hay un cambio de ropa. Puedes usar la ducha y lo que hay dentro. No tardes.

Con eso último cerró la puerta con fuerza logrando que Jimin diera un salto en su lugar.

Quizá no debía tratarlo así, pero el insomnio lo estaba consumiendo desde hacía horas, estaba frustrado, molesto con cada fotografía en su hogar y tenía hambre. Las excusas de Yoongi eran banales. No le interesaba buscar otras por el momento.

—Podrías ser más amable —dijo Taehyung en cuanto bajó las escaleras, esperándolo al final de éstas.

—Es muy temprano para darme mal humor, Taehyung —fingió una sonrisa—. Te sugiero no tomarte esa libertad.

Fue a la cocina para seguir preparando su desayuno. En otras circunstancias, levantarse temprano no sería un martirio, no si lo hacía junto a cierto altanero y rosa hombre. Al menos la compañía de su Jimin hacía todo más llevadero y divertido cuando intentaba imitar una receta de Internet sin su ayuda.

Yoongi no estaba muy feliz de tener que despertar a altas horas un fin de semana, teniendo que soportar la presencia de un desconocido en su casa y hacer un desayuno para ambos, mientras un ceñudo Taehyung le sigue con los brazos cruzados. El esposo de éste último les recibió cubriendo un bostezo con la mano, sentado en uno de los taburetes de la pequeña barra dividiendo la cocina de la mesa.

—¿De mal humor? —inquirió con las cejas alzadas, fingiendo sorpresa y enseriando la expresión al segundo siguiente—. Cielos, creí que lo estabas desde el día en que naciste.

Yoongi tomó la espátula y dio vuelta al omelette cerrándolo con la verdura dentro. Diminutas gotas de aceite saltaron hacia él, osando con dañar la piel de su brazo y fulmino la comida en silencio.

—¿Desde cuándo te volviste un respondón irrespetuoso a tus mayores? —preguntó a modo de queja, esparciendo sal con la punta de los dedos sobre la capa de huevo frita.

—Desde que me di cuenta que algunos se comportan como imbéciles —Yoongi apretó la mandíbula, escuchando a sus espaldas como Jungkook susurra palabras de calma hacia el otro. Mierda. Ellos ni siquiera debían estar ahí. Sólo lo hacían por órdenes de Namjoon para que no hubiera inconvenientes a la hora de tener que sacar al supuesto príncipe de la casa, cuando parecía ser que el único en quién confiaba era en el menor de todos ahí—. Min no tiene la culpa de nada. No merece que te desquites con él.

Sintió como si el mismo aceite hubiera perforado su piel, invadiendo su sangre. Apretó la espátula girándose sobre los talones.

—No le vuelvas a decir así o te quedas sin lengua —amenazó, usando la punta de la espátula untada en aceite caliente. Si antes pensó que no había alcanzado los límites de su furia, ya lo hacía.

—¿Y cómo quieres que le digamos? —inquirió en el mismo tono, inafectado por tener el utensilio de cocina cerca de la barbilla—. Así se llama.

—No lo sé, mierda. Inventa algo —apagó la flama de la estufa y golpeó la espátula contra la mesa al tratar de dejarla ahí. Ninguno dijo nada mientras servía lo que preparó en platos de vidrio. El reloj digital junto a Jungkook marcó un minuto más, Yoongi gruñó bajo—. ¿Por qué tarda tanto?

—¿Eres consciente que sólo le diste órdenes a alguien que no ha tomado una ducha desde que llegó y no sabe lo que es un sistema de drenaje y agua? —dijo Taehyung con tranquilidad, sin dejar de masajear el cuello de Jungkook que intenta mantener los ojos abiertos debido al cansancio.

This life isn't mine! / YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora