Hosook tosió repetidas veces en un intento de que el polvo dejase de escocerle en la garganta. Sus párpados se abrieron en pesados aleteos, y la poca luz del atardecer ayudó a que pudiera adaptarse mejor. Cielos ¿Qué fue eso?, se preguntó mentalmente a la vez que se apoya sobre las rodillas para levantarse.
El rey Min tenía razón, esa montaña estaba maldita, no podía haber otra explicación. No tenía otra respuesta más que esa. Cuando quiso ingresar para sacar al príncipe de ahí, el cielo se estrelló con tal fiereza que creyó que caería sobre sus cabezas. No estuvo muy lejos de lo que sucedió posteriormente; rayos y truenos lo iluminaron todo, asustándolo en demasía por el descenso abrupto de temperatura en inicios de otoño. ¿Y qué fue ese enorme rayo? ¡Por Dios! Ni siquiera quería creer que estuvo tan cerca de él, hasta el grado de haber sido lanzado por tan fuerte explosión una vez que este aterrizó justo sobre la montaña, encegueciéndolo unos minutos.
Y el príncipe Jimin ¡¿Dónde estaba el príncipe?!
—¡¿Majestad?! —vocifero encarando la entrada, sin respuesta que lo tranquilizara—. ¡Majestad! ¡¿Se encuentra bien?!
Nada.
Con dientes apretados y el vigor de su lado, se infiltró a pasos largos, olvidando que ese lugar podría maldecirlo por atreverse a ingresar de ese modo tan descarado. Acorde al cielo que amaino su furia, el silencio se estableció tan plano para que pudiera escuchar los latidos de su pecho junto a los oídos. El eco de la caverna no ayudaba. Cuando encontró las primeras piedras preciosas a sus pies, no esperó hallar también esa clase de... De...
—¿Qué demonios? —musito levantando la prenda de ropa, su ceño fruncido al ver el sinfín de destellos brillantes en tonos rosados y púrpuras venir de ella. ¿Qué tipo de brujería era esa?
No tuvo oportunidad de encontrar una respuesta a eso, advirtiendo de pronto el par de orbes observándolo desde la oscuridad. Soltó la chaqueta, desenvainando su espada para atacar al intruso de mirada descontenta. El chasquido de metales lleno la caverna, e incomprensiblemente Hosook comenzó a retroceder por la fuerza de los ataques. Era rápido, demasiado para apenas poder pensar de dónde vendría el siguiente golpe y lograr bloquearlo. La luz se hizo prominente a su espalda, mostrándole más allá de la anatomía del enemigo. Atisbo las piernas enfundadas en tela negra, lanzando el siguiente golpe ahí para debilitarlo del soporte y ganar ventaja. La vida por primera vez pareció no sonreírle, pues justo cuando la luz tocó los pies del extraño, este bloqueó su ataque con el filo de una katana que extrañamente se le hizo familiar, empujándolo con tal fuerza que Hosook tropezó hacia atrás. La caída fue suficiente para desconcentrarlo. Una vez abrió los ojos de golpe, aquel filo se posó en su cuello en amenaza con cortar su piel.
No pudo dar crédito a lo que veía.
—Jamás debiste hacer eso —dijo el otro y él tirito bajo el cuerpo que lo acorrala contra el suelo con una rodilla presionándole el pecho—. Ahora, dime dónde estoy y quién eres tú.
¿Qué quién era él? Hosook sabía quién era. No tenía amnesia. Pero ¿Por qué ese personaje de hebras rosadas poseía los mismos ojos del príncipe que debía proteger? Y peor aún ¿Por qué los usaba para mirarlo con hostilidad?
—Oh, no... Príncipe —susurró, preso del pavor—. ¿Q-Qué le ha pasado?
El "Príncipe" lucio confundido por segundos, más no vaciló al repetir demandante—: ¿Quién eres tú?
¡El rey Min tenía razón! ¿Qué atrocidades le hizo aquel lugar para que se pusiera a decir cosas desconcertantes y luciendo de ese modo tan radical?
—Soy Hosook, Majestad —dijo como si fuera obvio—. Su escolta en turno ¿No recuerda?
El príncipe lo escudriño, inclinándose sobre él para tenerlo a pocos centímetros del rostro; su nariz consiguió atrapar un singular perfume que le picó al ser tan nuevo para él.
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This life isn't mine! / YoonMin
FantasiaEl rey Min tenía todo desde que había nacido. Poder, riquezas, los mejores alimentos, personas dispuestas a satisfacer sus necesidades y cualquier cosa que deseara. Aunque si le preguntaban, él fácilmente respondería que lo mejor era tener al doncel...