05: El otro Jungkook

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—¿Qué haremos hoy?

Jimin lo miró por la periferia, intentando atar las agujetas de sus botines.

—Iremos a dar un paseo a la montaña para buscar el anillo del que te hablé.

Jeongguk permaneció en su sitio y él le agradeció en silencio que lo dejara tranquilo. Su cara se contorsiono en una mueca, era tan complicado hacer eso sí tenía que vestir aquel apestoso hanbok naranja, sentado sobre la cama enana y esas molestas mangas anchas estorbando. Pero no quería ayuda, sentía que sí la recibía su paciencia llegaría al límite y lo que menos quería era desquitarse con el otro chico.

—¿Qué montaña?

—Donde hay joyas y piedras bonitas.

Jeongguk soltó un jadeo de consternación a la vez que él finalmente termina de atar las agujetas, levantándose.

—¿La Montaña Prohibida?

—¿Por qué le temen tanto? —cuestionó con una ceja alzada, cansado de escuchar la misma reacción desde que llegó.

Sabía la respuesta, más no significaba que fuera a impedirle seguir con sus planes. Lo que lo desconcertaba era que todos parecían temer de un rumor, algo que sería descartado en segundos si estuviera en su propia época usando su teléfono y revisando a todos los cerebritos de Internet mostrar sus opiniones de por qué nada de eso era cierto.

Qué extraña era la gente sin tecnología, pensó.

Las cejas de Jeongguk se entonaron en preocupación, encarándolo desde su propia altura. Gracias a todo que podría seguir usando sus propias botas o sin ayuda de la plataforma sería superado en estatura. Habría sido muy humillante para él.

—Dicen que todo aquel que entre sin autorización, acarreará una maldición sobre su espalda.

—Bueno —dijo con altivez—, ya tengo suficiente con haber caído más de mil años en el pasado ¿Qué más mala suerte que esa? 

No alcanzó a tener respuesta cuando las puertas dobles fueron tocadas desde el otro lado. Jimin dejó que el hanbok se acomodara por sí mismo mientras caminaba en esa dirección, encontrándose con una mujer de mediana edad con cabello canoso y a Hosook detrás de ella.

—¿Qué se le ofrece?

—El Rey solicita la presencia de ambos en el comedor para el almuerzo, ya que se perdieron el desayuno al haber despertado tarde —anunció la mujer que vestía una ancha falda marrón y la parte de arriba de su propio hanbok en tonos más claros.

—¿Ésto es tarde? —alzó ambas cejas—. Yo desayuno a esta hora —pero no sabía exactamente qué hora era. Suponía que serían pasadas las diez de la mañana. Su respuesta no convenció a ninguno de los dos, en especial al escolta que le mantiene el contacto visual con la mandíbula tensa. Jimin enserio la expresión, apretando los dedos en el borde de la puerta corrediza—. Bien.

Habría querido decir que al menos se sintió tranquilo durante el recorrido. Habría sido así si tan sólo cierto hombre con el rostro de uno de sus amigos más confiables, no se hubiera tomado la tarea de escoltarlos personalmente desde la puerta de la habitación hasta el comedor mismo. Encontrar al petulante soberano en el frente de la amplia mesa, degustando de una taza de madera sólo acrecentó su molestia.

Les indicaron sentarse en el otro extremo lejos del rey, y éste se mantuvo impasible como si nunca hubieran llegado al lugar. Ni siquiera podía seguir hablando con Jeongguk porque él tenía miedo de abrir la boca siquiera, lo que hacía todo aburrido y mucho más agobiante. Por si no fuera poco, justo en el momento que sus platos fueron servidos, el general se apareció por la puerta enfundado en uno de sus tantos trajes de combate, atada en la cintura su propia espada dejando chasquidos en el aire con cada movimiento. No debería haberle importado, de no ser porque después de haber tomado lugar junto al imitador de Yoongi con cabellera rubia y larga, la velocidad con que Jeongguk comía disminuyó, manteniendo la cabeza agachada como si el alimento en el plato fuera mucho más interesante.

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2022 ⏰

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This life isn't mine! / YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora