Una Semana De Secrets ▬ Maya Collins.

Día 5

Maya sale del baño luego de cepillarse los dientes y se acuesta en su cama con cansancio. Su garganta le arde por estar desechando todo en el váter del inodoro.

—Ten —su esposo le extiende un vaso con agua que acepta y toma de un solo trago—. ¿Te sientes mejor?

Niega con sus ojos cerrados—. No.

Los últimos días ha tenido náuseas y mareos constantes, pero desde ayer estuvo vomitando.

Luego de descansar, se despierta sola en la cama lo que provoca que su ceño se frunza. Se levanta con un poco de mareo que se le pasa después de unos segundos. Camina descalza por toda la casa, buscando a su esposo.

—Aquí estás —habla, llamando la atención del hombre, que quita la vista de su laptop—. ¿Qué haces?

Apenas la ve, se levanta apresurado del sofá y habla tan rápido que su mujer no logra comprenderlo, lo próximo que nota es que está en el sofá sin saber cómo llegó.

—No debes moverte mucho.

Frunce el ceño—. ¿Qué?

—Si, si haces fuerza de más le hará mal.

—Stiles, amor, ¿de qué estás hablando?

El ojimiel se sienta a su lado y vuelve a hablar apresuradamente mientras señala varias cosas en su laptop, habla tan rápido que Maya vuelve a sentir mareos.

—Stiles, basta —lo detiene y cierra la computadora—. ¿Podrías, por favor, hablar con calma? No te estoy entendiendo nada.

—Estás embarazada.

Con solo esas dos palabras, el sistema de la bruja colapsa. Esa frase no deja de repetirse mientras que su ceño se frunce cada vez más y su amante espera pacientemente a que diga algo mordiéndose la uña del pulgar.

—No —niega y ríe—. Stiles, ¿estás loco?

—No. Estás embarazada.

—No.

—¡Si! Mira, tú no puedes enfermarte.

—Si, puedo, solo que...

—Y estuve leyendo —la interrumpe, ignorándola—, lo que tienes son síntomas, estás embarazada.

—No lo estoy.