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El pelinegro se las arregló para que, minutos antes de acabada la clase, ya tuviera todas sus cosas guardadas y listas para huir del salón apenas tocará el timbre. Una vez el ansiado sonido retumbó por los salones y pasillos, el muchacho nuevo se convirtió en una sombra veloz que se escurría por las esquinas.

Ken estaba demasiado avergonzado como para encarar a sus nuevos compañeros.

— En serio debe haber sido la peor presentación que pude haber hecho. Ni siquiera hice uso de lo que practiqué en casa. ¿Qué es lo que sucede conmigo?

Cuando se aseguró de que se había alejado lo suficiente de su salón, se detuvo para obtener un respiro. A cada segundo que pasaba, las posibilidades de Ken de poder tener un poco de una vida normal en su escuela parecían escaparse de sus manos.

Repentinamente, una chica pelirrosa paso a chocar con él, accidentalmente. La niña solo musitó unas disculpas, mientras otro estudiante de pelo naranjo la seguía por detrás.

— Hey, ve más lento. No creo que Blyke baja a mejorar más rápido si atropellamos a todos con tal de llegar a la enfermería.

Era la segunda vez que Ken escuchaba el nombre de Blyke en el día, y según parecía, el mencionado no estaba en la mejor de las condiciones.

El resto de la jornada escolar paso sin novedades importantes. En las siguientes clases algunos estudiantes se le quedaban mirando a Ken y murmuraban cosas, pero al final del día ninguno se atrevió a acercarse y preguntarle algo directamente. Si bien el pelinegro atribuyó esta actitud debido a su lamentable presentación de la mañana, se preguntaba por qué nadie le había consultado sobre su habilidad. Tenía entendido que, particularmente en Wellston, las cuestiones referentes a las habilidades y al nivel de estas eran casi tan importantes como las calificaciones de acuerdo a la sociedad.

Mientras se dirigía a su respectivo cuarto, cruzó miradas con un joven pelirrojo que estaba sumamente magullado y golpeado, pero por no incomodar la situación, no preguntó al respecto.

En su habitación, descubrió que se encontraba solo en la dupla de cuartos. Esto no lo sorprendió, cuando se trata de las habitaciones es una práctica común que se emparejen a dos estudiantes de niveles similares. Y en estos días, una persona de nivel 7.3 era de lo más extraño.

Terminó algunas tareas dejadas por sus profesores, echo una hojeada rápida al material extra que se le entrego para no retrasarse en las materias del año y se preparó para dormir. Había sido un día particularmente molesto, que a esas alturas Ken solo deseaba olvidar.

Sin embargo, él lamentaba que para su nueva vida escolar iba a iniciar prácticamente solo, otra vez...

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— ¡Wow, lo que haces es asombroso!

— ¿Entonces no hay un límite en la cantidad de poderes que puedes obtener?

— Debe ser fabuloso ser así de fuere, tan joven.

— ¿Cómo? ¿No puede usar su habilidad? ¿Es una broma?

— ¿No que es un nivel alto? ¡Se comporta como un cualquiera! Qué vergüenza.

— Hey, no dejes que sus palabras te afecten...


Ken se despertó de un sobresalto, sudando frío. Miró a su alrededor, exaltado. Su reloj de mesa marcaba las 3:16 AM.

­— Ja, diablos. Supongo que solo fue una pesadilla. Otra más, supongo...

El pelinegro se sentó en el borde de su cama, mirando el vacío. Recorría con la vista su nuevo cuarto, mientras las voces de sus antiguos compañeros aún rondaban por su cabeza.

unOrdinary: EvoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora