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Ken abrió los ojos con una fuerte luz blanca iluminando su rostro.

— Ack... Maldita sea, apaguen eso.

Se cubrió la cara con uno de sus brazos. Inmediatamente se dio cuenta de que estaba vendado.

— Joder... Eso sí me dolió.

El pelinegro se sentó sobre la cama y vio a su alrededor. Se encontró con Arlo apoyado contra una de las paredes y con los ojos cerrados. Estaba en la enfermería.

— Um... disculpa... ¿Amigo? Diablos, se me fue tu nombre.

— Es Arlo.

— Arlo, si... eh... tú... ¿tú me trajiste hasta aquí?

— ¿Acaso recuerdas llegar a la enfermería por tus propios medios?

Ken frunció el ceño.

— Mierda, perdón por preguntar...

Un silencio incómodo se formó entre ambos.

— ¿Por qué?

— ¿Qué dices?

— ¿Por qué me trajiste hasta aquí? ¿Por qué me ayudaste ahora? Y para variar ahora, que cuando estaba con "míster máscara negra", fuiste solo un espectador.

Ken exageraba sus palabras, con tal de provocar al rubio.

— Y además eres el King. ¿No se supone que siempre pasan con la cabeza bien metida en el culo, sin importarle los demás?

Arlo se acercó furiosamente a la camilla. Su rostro destellaba mil demonios, y poco faltaba que sus ojos se volvieran rojos.

— ¿Qué dijiste?

— La verdad, hermano. Vamos, es un secreto a voces todo el asunto. ''King'', ''Queen'', ''Jack'', ''Ace''... Por favor... No salí de una piedra, se cómo funciona esto. Y además no te sale tu postura amenazante, después de retroceder asustado con el enmascarado, no eres capaz de generar nada en mí. Y logré saltar la barrera tuya que él copio relativamente fácil, ¿lo olvidas?

El rubio solo suspiraba ferozmente, analizando cada palabra que había escuchado. Finalmente soltó un puñetazo contra la pared, que se agrietó al instante.

— He visto mejores. Y ahora además debes pagar por eso.

— ¿No te callas? ¿Siempre tienes una opinión para todo?

— Más o menos. Digamos que es mi forma de lidiar con mis mierdas, ¿de acuerdo? Y usualmente solo molesta a los egocéntricos engreídos, así que eso no te deja bien parado.

— Fue un error darte una mano. Debí dejarte tirado en ese pasillo.

— Al menos no reparto puñetazos para liberar estrés...

El rubio puso sus manos en sus bolsillos y salió de la habitación. El pelinegro solo lo seguía con la mirada.

Ken: ¡A la otra nos cagamos entre los dos al Míster Máscara Negra! Tal vez con eso si se pueda...

— ¡Ya cállate, miserable niño! Me estas volviendo loco con cada palabra tuya. Y tomaste esto, te ayudará a mejorar.

Darren le entrego un vaso con un líquido verde, el mismo que Ken le había visto beber a Cecile. Mientras lo tomaba, volvió a mirar a su alrededor.

— ¿Ella ya se fue?

— Se recuperó rápido. Le di un justificativo para sus clases y se marchó. Por cierto, no tienes permitido irte hasta...

Cuando el adulto peliazul se giró, Ken no asomaba por ningún lado.

— Es una maldita broma...


unOrdinary: EvoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora