Prólogo: DYLAN O'CONNOR

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Era una mañana muy fresca y soleada, las aveces volaban libremente y entonaban sus hermosas melodías

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Era una mañana muy fresca y soleada, las aveces volaban libremente y entonaban sus hermosas melodías.

–¡Hemos llegado chicos!

Dijo una mujer de unos 27 años aproximadamente. De piel blanca, cabello corto negro y ojos marrones.

La señorita Patricia, la actual profesora de Ciencias, la cuál siempre traía una sincera sonrisa en su rostro.

–Que fastidio. Tantos lugares y teníamos que venir a un parque de niños.

Se quejó entre susurros un adolescente de cabello rubio y ojos color miel.

–En cuanto regresemos al Interchip, le voy a contar a mi padre para que despidan a esa inútil.

Volvió a susurrar el ojimiel con desagrado.

–No sería mala idea, honestamente nunca me ha caído bien esa perra.

Ahora murmuro una adolescente de cabello marrón oscuro con rulos y ojos oscuros.

Sam y Ketsy; los chicos más populares del Interchip. Todos quieren ser sus amigos, casi todos solo por popularidad.

Ambos son crueles y insensibles.

–Bueno jóvenes, todos salgan con calma y esperen justo al frente del autobús.

Ordenó la señorita Patricia y inmediatamente todos comenzaron a bajar del autobús.

Todos incluyendo a un adolescente de piel blanca poco bronceada, cabello castaño claro,  ojos azules claros verdosos. Con una baja estatura para su edad.

Dylan O'Connor.., el chico más solitario y callado de todo el internado.

En los 4 años que lleva estudiando en dicho internado, no ha logrado hacer ningún tipo de amistad. Y no es porque no quiera, si no por el echo de que Sam y Ketsy se han encargado de que así sea, solo por el mero placer de molestar.

Una vez todos fuera del autobús, la profesora se paró frente a ellos, traía en sus manos una lista.

–Antes de entrar al parque, por favor, pónganse en parejas de a 2. Una vez escogida y apuntada en esta lista, no podrán cambiar.

Dejó saber la profesora.

Rápidamente todos se ajuntaron en grupos de a 2.

Obviamente Sam y Ketsy se escogieron así mismos.

Al final, solo el pequeño Dylan quedó solo. Al parecer nadie quería quedar con el.

–¡Vaya, pobre del huerfanito. Se quedó solo!

Se burló Sam y todos rieron.

El castaño bajo su mirada al suelo.

¿Porque eran así con el?, ¿que mal les hizo?; se preguntó mentalmente Dylan.

Quédate Conmigo {Gay} TWD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora