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Dylan O'Connor es un adolescente de 16 años que sufrió un horrible accidente automovilístico.
En un mundo plagado de muertos que sólo desean devorar todo lo que encuentren y, sobrevivientes más peligrosos que los m...
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–¡Tengo 2 huéspedes y 2 caminantes en el callejón!
Hablo en su walkie-talkie el asiático, llamado Glenn. Mientras bajábamos unas escaleras a toda prisa. No se a donde nos llevaba, pero, me inspira confianza.
Cuando llegamos al final de la escalera, pudimos ver que 2 caminantes estaban en medio del callejón.
Estos nos vieron y comenzaron acercarse a nosotros.
Alce mi cuchillo, listo. Pero de pronto 2 hombres salieron por una puerta. Tenían ambos bates, y unos cascos en sus cabezas.
Los 2 hombres empezaron a darle batazos a los caminantes. Los cuales cayeron al suelo.
–¡QUE BATAZO!
Gritó mi subconsciente. No es momento para esto, estúpida conciencia.
–¡VAMOS!
Nos gritó Glenn a Rick y a mi. Lo seguimos hasta cruzar la puerta por donde los 2 hombres con bates salieron.
–¡MORALES VAMOS!
Oí que uno de los hombres le gritó al otro.
Mire hacia atrás, pero justo cuando cerraron la puerta sentí que alguien me jalo violentamente por el hombro, he hizo que me volteara hacia su dirección.
Al voltearme, lo único que logré ver fue a una cabellera rubia antes de recibir un fuerte golpe en mi mejilla derecha. Tan fuerte y inesperada fue la bofetada, que acabé en el suelo. Con un ardor en mi mejilla afectada.
–¡HIJOS DE PERRA, DEBERÍAMOS MATARLOS!
Gritó una mujer desconocida.
–¡CÁLMATE ANDREA, RETROCEDE!
Gritó esta vez un hombre.
Sentí que alguien se arrodilló a mi lado.
–¿Estás bien?
Me preguntó una mujer. Cuando la vi, era una mujer adulta afroamericana. Me observaba preocupada, con una voz, maternal.
Solo logré asentir con la cabeza, pues me sentía un poco desorientado.
–¿¡QUE CARAJOS TE PASA ANDREA!?, ¡CÁLMATE!
Gritó otro hombre, diferente al primero.
–¿¡COMO TE ATREVES A PEGARLE!?, ¡ES SÓLO UN NIÑO!
Esta vez oí a un enojado Rick.
Me puse en pie. Siendo sujetado por la mujer afroamericana. Me toque mi mejilla derecha y la sentí caliente, dolía un poco al tacto.
Volteé a ver la escena y vi a una pelirrubia con coleta, apuntándole con su pistola al señor Grimes.
