──── PRÓLOGO.

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𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎
𝕻arís, 𝕱rancia.
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Melody se quitó sus prendas dentro de esa pequeña habitación que servía como vestidor. Colgó su suéter en un perchero, y lo demás lo dejó dentro de su bolso, en cuál llevaba siempre desde que trabajaba en aquel edificio.

Se vio al espejo, dando un pequeño giro en su lugar mientras se analizaba por completo.

No entendía por qué, pero los nervios siempre aparecían cuando ponía un pie dentro de ese estudio. Un revoltijo se formaba en su estómago, y su temperatura aumentaba.

Y todo lo provocaba él.

—Relájate, Melody —susurró para ella misma—. Es solo una sesión fotográfica. Luego te irás a casa.

¿Señorita Bellerose?

Cerró los ojos por inercia ante el llamado. Su tono tan grueso, profundo y varonil le hizo temblar las piernas.

—¡Salgo enseguida! —respondió.

Acomodó su cabello una última vez y abrió la puerta, encontrándose con el estudio ya preparado solo para ella.

Un fondo blanco en donde rebotaba un rayo de sol, anunciando que eran apenas las once de la mañana. Una ligera brisa ingresando por una de las ventanas abiertas, y unos ojos grises observándola.

De hecho, devorándola.

El hombre tenía alrededor de su cuello un soporte para su cámara, situada unos centímetros más abajo de su pecho por encima de la camisa blanca que traía puesta.

Las mangas dobladas hasta los codos, enseñando en el brazo izquierdo la marca tenebrosa en un tono ya casi irreconocible, y en su muñeca derecha un reloj reluciente.

Él no dijo absolutamente nada cuando la vio, solo mostró su típica sonrisa juguetona que enseñaba pequeños hoyuelos en el centro de sus mejillas.

Pero en su cabeza estaba planeando cómo follarla encima de ese sofá negro. En cómo podría acariciar y sentir la curva en su cintura, apretando la piel a medida que sus embestidas aumentaban.

Siendo el único ruido en el lugar los gritos de Melody y el choque de sus cuerpos.

La necesitaba para él.

—Por favor, ubíquese por allá —señaló aquel fondo que serviría para las fotos—. Debo preparar unas cosas antes.

La chica solo asintió, llevando sus pies cubiertos por los tacones en esa dirección. Se percató de que había una silla, y supuso que debía sentarse en ella.

¿Era obvio, no?

Aclaró su garganta, apoyando su mano en el respaldo del objeto para que no se moviera mientras ella se acomodaba encima.

Su espalda apenas la tocó. Mantuvo una postura firme y recta, con ambas manos en las rodillas, trazando líneas imaginarias que quizás podrían distraerla un momento.

PORN DRACO | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora