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Un balbuceo incoherente se escuchó por toda la habitación en medio de la obscuridad, no necesitaba levantarse para verificar de qué se trataba debido a su ya desarrollada capacidad para ignorar sonidos cuando aún es muy temprano en la mañana.

Estuvo a punto de volver a dormir, estaba buscando la posición perfecta para caer rendido nuevamente cuando otro sonido se escuchó en el lugar haciéndolo gruñir con molestia. Esta vez fue una risa suave.

No quería despertar, solo necesitaba mantenerse en silencio para que sea lo que sea le dejara dormir, no necesitaba añadir una mala noche a sus ya muchos malestares físicos cotidianos, intentó cubrirse con una manta que pudo encontrar a tientas manteniendo los ojos cerrados.

Fue un fracaso.

Podía sentir una fuente de calor muy cercana a su cuerpo, inhaló para poder descubrir de quien se trataba, pero no encontró algún olor reconocido en la fuente de calor, bien, considero por un momento abrir los ojos y revisar de quien se trataba... no tenía ganas.

Comenzó a respirar más pausadamente en la incómoda postura en la que se encontraba gracias al poco espacio en la cama, siempre se había quejado de tener que dormir en la orilla, no le gustaba para nada que otra persona se extendiera tanto como para no dejarle el espacio suficiente para obtener un sueño reparador.

Pequeñas partículas de polvo comenzaron a hacer picar el interior de su nariz, frunció el ceño con molestia sin abrir los ojos. Lo único que necesitaba era dormir durante un mes seguido sin interrupciones, comenzaba a considerar las ventajas de convertirse en un oso para poder hibernar, fue cuando los sonidos volvieron.

Risas infantiles y balbuceos agraciados.

Sintió el tacto de la piel suave en una de sus mejillas, el olor se volvió mucho más dulce y una pequeña manita se extendió sobre su piel para intentar cubrirle la cara por completo, el suave olor a cachorro envolviéndolo por completo. Abrió los ojos lentamente en busca de aquel pequeño.

La imagen que encontró junto a si mismo fue la más maravillosa que en algún momento se pudo imaginar, un pequeño bebe de mejillas rosadas y corto cabello rubio sobre su cabecita delicada. El cachorro movía sus manitas sobre su propio cuerpo siguiendo el movimiento de las mismas con tranquilidad.

Estaba envuelto en una manta color azul claro y parece llevar un traje de rallas blancas con negras, como una cebra. Es un bebe bonito, tiene que admitir que ha hecho las cosas bien, el bebé se ríe nuevamente dejando ver en ambas mejillas un par de adorables hoyuelos, en sus ojos puede observar un tono azul muy claro, espera que con el tiempo tomen el mismo tono que los suyos.

—Hey cariño — llamó al pequeño que dirigió su atención al omega — creo que me has despertado temprano, lo que amerita que esperemos un poco más para desayunar y regresemos a dormir ahora mismo — Louis sonrió con amor cuando acercó al cachorro a su cuerpo y el bebé inconscientemente se acurrucó contra su pecho.

Lo observó fascinado cuando el cachorro abrió muy grande su boquita, bostezando. Las largas pestañas completamente rizadas y las facciones angelicales de un cachorro perfecto le hicieron darse cuenta de que había sacado la mayoría de sus facciones, en especial la diminuta nariz de botón que se arrugó con gracia cuando en cachorro captó otro olor en el aire.

Fue en ese momento cuando Louis se percató de la forma en que el cachorro y el mismo se acomodaban perfectamente de un solo lado de la cama, levantó la cabeza para ver más allá de las almohadas que evitaban que él bebe se rodara y se dio cuenta de que ahí había dormido alguien con anterioridad.

Escuchó pasos en el pasillo y el suave olor a tocino y huevo llegó a sus fosas nasales, la puerta se abrió de repente y entró Harry con su delantal de perritos favorito y un tenedor en la mano. Sonrió con dulzura al omega y el cachorro que aún se encontraban acurrucados entre la comodidad de las mantas.

The end of the story ||  L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora