Capitulo 05.

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Al abrir los ojos, Milo se dio cuenta que había regresado al lugar de sus pesadillas, el lugar que ahora conoce cómo Mansión Kido.

Ni siquiera se levantó del suelo, pues seguía procesando lo ocurrido anteriormente. Se culpaba por las cosas que ahora le pasaban a su amigo aguamarina.

Se sumió tanto en sus pensamientos que ni siquiera notó las lágrimas saladas que salían de sus ojos.

Extendió las manos a su costado, queriendo tomar y arrancar las hiervas, pero en vez de eso tomó algo suave y liso.

Al voltear abrió los ojos a la par, pues ahí a su lado se encontraba Camus, quien parecía inconsciente.   

Soltó la camisa de Camus, a la cual se había aferrado, y se secó las lágrimas. Colocó su muñeca en la frente del aguamarina, notando que estaba sudando frío.

Rápidamente lo rodeó con sus brazos, brindando un cariñoso y temeroso abrazo.

— Todo estará bien, Camus. —Susurró en el oído del mencionado— Saldremos de ésta juntos.

Al ver que Camus no respondió se empezó a desesperar. Pero no mucho tiempo después el aguamarina empezó a mover sus brazos cómo si quisiera salir de algún lugar.

Al tener únicamente cerca la camisa de Milo se aferró a ella, pequeñas lágrimas salían de sus ojos fuertemente cerrados.

— Camus...

— Milo... —Soltó en un susurro, aferrándose más a la camisa.

— Aquí estoy, Camus. —Le acaricia la mejilla— Siempre estaré para ti.

El mencionado poco a poco se fue calmando y abrió sus ojos con visible cansancio.

— Milo... El sueño. —Se incorpora y sienta en el regazo del mencionado— La pesadilla... Se sentía real, igual que los otros.

— Descubriremos como acabar con ella, mi querido Camus.

— ¿Mi querido? —Lo mira, sorprendido y con sus mejillas enrojecidas levemente.

— Si, mi querido. —Sonríe— Siempre te he querido, no cómo amigos. ¿Entiendes?. Si no lo decía yo Kardia lo haría.

El de ojos violetas lo miraba atentamente, con una cascada de emociones en su pecho. Después de comprender lo abrazó y sonrió suavemente.

— También eres mi querido, Milo.

— ¿Me prometes algo?

— ¿Qué cosa? —Lo mira.

— Cuando salgamos de todo esto... ¿Estaremos juntos, cierto? —Sonríe.

— Si, es una promesa.

Una risa para nada disimulada se acercó a ellos, la dueña de ella daba pasos firmes, vestida con un vestido ahora rojo como la sangre.

Milo abrazó a Camus de forma protectora, haciendo a Saori fruncir el ceño.

— ¿Porqué no te rindes y aceptas que nadie te amará? —Dijo Milo, enfadado.

— ¿Porqué hacerlo cuando aún no sabes la verdad? —Mira a Camus— Deben de saber la verdad.

— ¿Cual verdad? —Preguntó el aguamarina.

— La verdadera historia de sus nacimientos. La historia de sus familias.

Milo dudó un poco antes de pronunciar las siguientes palabras, pues seguía enojado por lo anterior.

— ¿Porqué nos dirás eso después de intentar matar a Camus?

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