🩺CAPITULO TRES🩺

866 77 20
                                    

Sin decir ni una palabra caminé hasta el mesón de la sala principal, donde se encuentran cosas como: documentos, expedientes, formularios, Bipers y demás.

Atrás del mesón está Ingrid, una hermosa mujer de aproximadamente 45 años, ella prácticamente ha sido mi madre/maestra durante todo este tiempo.

Ella fue la única que tuvo la paciencia para enseñarme el hospital para no perderme, me contó que médicos eran malhumorados y que no, hasta me dijo algunos que otros chismes que corren en este lugar.

Cuando ella me vio, expresó una cálida sonrisa que yo inmediatamente le correspondí.

―Hola mi nombre es Hugo ¿Qué tal ?―habló el castaño tocando con la punta de su dedo mi hombro.Una vez que estuvimos cara a cara pude notar ciertas cosas que no me había percatado antes. Tenía el pelo ondulado y largo, los ojos de color miel, grandes y animados, sus mejillas llevaban un tono rosáceo. Su piel trigueña hacia juego con todo su rostro, sus labios eran en forma de arco, estaban húmedas y brillantes. Al tenerlo tan cerca, pude percibir su olor de perfume: Dulce pero a la misma vez atrayente y seductor.

Dios, es que la gente no se cansa de tener buenos genes.

―Tengo 5 reglas, apréndetelas de memoria ―adquirí secamente -como si no me hubiera tomado cinco minutos para examinarlo- quitándole el expediente de sus manos― Regla número uno, no te moleste en adularme, ya te odio con tan solo verte y eso no va a cambiar ―señalé los documentos que estaban en la mesa ―Protocolo de traumas, lista de teléfonos. Bipers, las enfermeras te buscaran, contestaras cada llamada enseguida. EN SEGUIDA ― sin previo aviso comencé a caminar por el pasillo. Vi por el rabillo de mi ojo que se colocó su biper y se disponía a seguirme pero tambaleo un poco por el paso de la gente ―Entendiste. Esa es la regla número dos. 

Tu primer turno comienza ahora y conmigo al mando así que te recomiendo seguir mis indicaciones al pie de la letra.

Tú eres un sirviente, harás análisis, anotaras ordenes, trabajaras hasta caer muestro ―yo seguía caminado con el expediente en mi mano izquierda, sintiéndome poderosa―  y sin quejarse

Salas de descanso, los residentes las aman. Tú querido amigo, duerme, cuando puedas, donde puedas ―hablé mientras abría la puerta de los dormitorios ―lo que me trae a la regla número 3. Si estoy dormida no me despiertes a no ser que su paciente se esté muriendo. Regla número cuatro, es mejor que el paciente no esté muerto porque no solo habrás matado a alguien, me habrás despertado sin razón. ESTA CLARO.

Vi como un temeroso Hugo levantaba su pequeña mano.

―Si, Hugo.

―Dijo 5 reglas, solo mencionó cuatro.

Justo en ese momento mi Biper comenzó a sonar.

Parece que tenemos algo interesante por aquí.

―Regla número 5, cuando me mueva, te mueves. ―comencé a correr sin importarme a quien golpe y si es que el me sigue.

―Abran paso ―elevé mi voz al ver un grupo de gente en el pasillo principal. De forma inmediata todos se movieron dejándome pasar.

Por precaución me detuve un momento para confirmar que Hugo me siguiera.

―No eres tan tonto como pensé ―susurré para mí misma cuando vi que el efectivamente seguía mis pasos.

Al encontrar la habitación empujé con todas mis fuerzas la puerta y lo primero que escuché fue el famosa pitido, ese que si se prolonga por mucho tiempo iras a visitar a tus abuelos y de paso a Mike Jackson.

―Código azul― grite para que las enfermeras trajeran el desfibrilador―Mercedes, las paletas.

De inmediato el chico me las alcanzó, en ese milisegundo pude ver su rostro, se veía asustado y pálido, pero una pequeña parte del él estaba... admirado. 

Mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora