Capítulo 8: el demonio del mar sucumbe a la melancolía

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Sorrento, Sorrento...

Una voz estaba llamando al marina suavemente.

« ¿Quién me llama...? »

Sorrento, regresa...

«Quiero quedarme aquí. Es tan cálido. Quiero dormir. Sí... »

No, Sorrento, regresa. Es sólo una falsa ilusión de sensación agradable...

«No me importa, quiero quedarme aquí, en la penumbra... »

¿Que no entiendes, Sorrento? Te quiero de vuelta. Te necesito...

« ¿Quién eres...? »

Eso no importa. Te necesito, y él también. Él llorará sangre si te vas...

« ¿Y quién es él? »

Nunca lo sabrás si permaneces aquí...

«No me siento querido. En realidad siento dolor. Por eso me quiero quedar aquí y dejar que pase... »

Sí eres querido. De hecho, hay alguien que aunque nunca lo diga abiertamente, sí siente algo por ti. Languidecerá si te vas...

«Es mentira, ¿por qué me querría? Él sólo me odia, y con razón: tuve la culpa de todo...»

Se oyó un sonido de llanto, seguido de un grito.

No llores, Sorrento...

«Ya, por favor, ¡déjame en paz! »

El llanto se hizo más fuerte. Inmediatamente se vio una silueta delicada, cuyos ojos fresa, llenos de lágrimas, destacaban.

Deja de esconderte, Sorrento. Sal de ahí, no puedes vivir oculto todo el tiempo. Es hora de que te levantes...

«Él me empujó aquí. Él me hizo caer en esta penumbra, en este vacío que tanto me duele. Nunca antes estuve tan solo... »

Y si te duele y te sientes tan solo, ¿por qué sigues aquí?

«Porque si salgo, él volverá a arrojarme... »

Confía en mí. No lo hará. Si lo hace, me aseguraré de que se arrepienta de haberlo hecho.

De repente la sombra se agitó, y los ojos brillaron.

«No lo lastimes. No le hagas daño... »

Se hizo el silencio en el lugar. Sorrento prosiguió.

«Yo si lo quiero, pero tengo tanto miedo. Él no parece notar mis sentimientos, sólo quiere usarme para satisfacerle sexualmente... »

Vence el miedo, Sorrento. Véncelo, y verás lo gratificante que es la recompensa por esos esfuerzos...

Otro silencio, pero este fue aún más largo. Los ojos destellaban y destacaban en la suave penumbra.

« ¿Dónde está él...? »

Frente a ti. Sólo asómate y lo encontrarás...

***

— ¡Sorrento! — gritó Kanon, tratando de reanimarlo, ya que desde que Leviatán lo liberó de su dominio, había permanecido inconsciente.

Fue una tarea larga y ardua escapar de las inmensas olas de Leviatán. Una dura prueba para las habilidades natatorias de cada uno, ya que era cuestión de nadar contra la fuerte corriente. Lograron colocarse detrás de varias murallas de piedra, a salvo de las gigantescas olas, e incluso fuera de la vista de Leviatán.

El cielo o el infierno del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora