IV

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Reflejo de la sangre inocente derramada.

—¡Resguarden el perímetro! —El detective Naomasa daba indicaciones desde su celular, mientras conducía hacia el lugar de los hechos—. ¡Esperen a que Mirko llegue, no ingresen! ¡Repito, no ingresen a menos que sea necesario!

Sin saber como, conducía como loco por la ciudad hasta el extremo de no respetar algunos semáforos rojos. La emergencia sucedió de imprevisto y tenía que llegar antes que los mismos policías decidieran ingresar.

Tenía en su cabeza una imagen de lo podría estar sucediendo, además de algún plan para detener a los criminales; sin embargo, había un eco dentro de sí que advertía, a base de gritos, que todo es una trampa.

Algo andaba mal.

—¿Red Hood o Shigaraki? —Analizaba las pistas dadas en su mente.

Naomasa no pudo olvidar el café que tomó en la mañana, estaba seguro que sería un día tranquilo, uno donde no pasaría algún inconveniente o desastre. La mañana, de por sí, era ajena a la realidad, ya que, por al menos en esas horas, se respiraba un aire de calma y sanidad; sin embargo, cuando la manija más pequeña del reloj marcó las catorce horas, sin previo aviso, más de veinte llamadas pidiendo auxilio. Cada llamada, por extraño que parezca, daba la misma información que la anterior. Incluso, todas tenían la misma duración.

«Red Hood y Spinner están peleando en el último piso del edificio. Estoy en unas plantas más abajo y no puedo salir, ayuda.»

Por otro lado, era raro que los mismos emisores no hayan huido al primer disparo o al saber que un miembro importante de la Liga de Villanos esté operando en ese mismo edificio. Que no puedan salir significa que están secuestrados, pero, ¿que hacen rehenes con celulares?

Extraño por donde quiera lo vea.

Era como si todo ya fuera planeado y estuvieran actuando en la palma de la mano de cualquiera de esos dos tipos. Red Hood o Shigaraki pudieron haber ideado un plan con miles de agujeros apropósito, así que, otra pregunta vino a su mente.

¿Cuál es su verdadero propósito?

—¿Pasó algo nuevo? —Ni bien llegó, preguntó a uno de los policías que había en el lugar.

—Algunos disparos provenientes de la última planta, posiblemente. —Naomasa asintió.

Pasó el cerco perimetral que cerraba la calle y se acercó a la heroína Mirko, la cual recién llegaba y quería entrar a toda costa, aunque era detenida por los oficiales de policía.

—Bien, llegaste, detective. —Mirko lo miró con el ceño fruncido—. Ahora, ¡diles que me suelten ahora mismo para ir y joderle el culo a ese maldito casco rojo!

—Heroína Mirko, no podemos entrar así como así sin saber lo que está pasando en realidad. —Explicó.

—¿No saber lo que pasa? Hay dos criminales muy buscados por el top de héroes y podemos detenerlos a ambos. —Refutó con cierta lógica—. Es ahora o nunca.

—Sé a qué te refieres. —Suspiró, él también pensaba así—. Pero, ¿no crees que esto es muy fácil y, al mismo tiempo, extraño? Red Hood y Spinner peleando a plena luz del día, sabiendo que pueden ser capturados por cualquier héroe que aproveche el cansancio de ambos.

—Tsk. Siempre algo debe estar mal. —Apretó la mandíbula, mientras sus orejas se doblaban hacia adelante, signos de su enojo—. Entonces, ¿cuál es el plan?

—Esperar a-.

Si bien tener a una heroína top como lo es Mirko ya es una gran ventaja, no podía dar la orden de ingresar al lugar por las decenas de dudas que habían en su cabeza. Necesitaba reconocimiento del terreno y alguna que otra pista que le dijera quién es la verdadera mente maestra de este embrollo.

Red Hood // Izuku MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora