Mientras caminaba por la calle encaminada hacia la dirección que me apareció en su informe, iba imaginándome lo que haría cuando me lo encontrara, aunque ya sabía qué hacer cuando ese acontecimiento pasara. En un abrir y cerrar de ojos, estaba en aquel bar cutre que, según la información, Mason frecuentaba con asiduidad.
Después de mirar por unos segundos la fachada de aquel bar, no tuve que armarme de valor ya que lo tenía incorporado en mí desde que salí de mi casa. Al sentir el frio pomo de la puerta del local tocar mi piel, mi cabeza empezó a doler y varias voces a aparecer. Al rato, ésta dejó de doler y pude abrir la puerta con decisión. Al entrar, vi que el bar no era muy amplio, había una barra con diferentes banquetas para que los clientes se sentaran y, a mi lado derecho, había cuatro mesas. Mi vista empezó a recorrer los rostros de cada persona que estaba ahí, hasta del camarero que me miraba con atención tras entrar en su local. Sin esfuerzo, mi vista se posó en mi objetivo. Él estaba en una de las esquinas de la barra bebiendo algo que no supe identificar, a su lado, se hallaba una banqueta vacía, en la cual, me senté.
- Buenos días, ¿qué desea? - preguntó el camarero en cuanto me senté.
- Buenos días - sonreí -, una copa de whisky, por favor.
- ¿Qué? - preguntó el camarero incrédulo al escucharme.
- Una copa de whisky - le repetí -, ¿hay problema con eso?
- No, solo me sorprendí, ninguna dama pide una copa de whisky y menos a estas horas del día.
- Son las diez de la mañana, ya voy tarde con mi copa diaria de whisky, así que no te tardes en preparármela - dije mientras mi voz se tornaba dura por las cuestiones del camarero. Aunque una cosa positiva de todo eso era que supe llamar la atención de Mason al instante.
- Aquí tiene - dijo el camarero cuando introdujo en un vaso con hielo el whisky.
Sin ningún tipo de reparo, me bebí el vaso entero de un solo trago, algo que sorprendió, no solo a Mason, sino también al camarero. Sin decir nada más, le indiqué con un gesto que me echara más, en cuanto lo hizo, bebí un pequeño sorbo para que me durara más ya que había conseguido lo que quería: la atención de Mason.
- Oye, Larry, échame más whisky - llamó Mason al camarero. Por el tono que empleó para hablar, estaba borracho.
- Mason, has bebido suficiente, no te voy a servir más copas.
- Ah, perfecto - se levantó de la banqueta con torpeza por el alcohol que tenía en sus venas -. Le sirves a una mujer, pero a mí, que soy un hombre hecho y derecho, no me vas a servir más.
- Mason, baja la voz, no montes uno de tus espectáculos aquí, por favor.
- Pues échame más whisky - ordenó extendiéndole el vaso al tal Larry.
- Larry, ¿no? - pregunté en dirección al camarero. Asintió -. Es verdad que el hombre está pasado de copas, pero si quiere otra es tu obligación como camarero de atenderle.
- Claro, es muy fácil decirlo. Si a este hombre le da un coma etílico por todo lo que ha bebido, se me cae el pelo. Además, me debe dinero, siempre está diciendo que me pagará, pero nunca lo hace.
- ¿Cuánto te debe?
- Mil dólares ya que lleva sin pagarme dos meses.
- Y, ¿por qué le sigues atendiendo con esa deuda?
- Es mi hermano.
- Oh, ya veo - saqué mi cartera de la chaqueta de cuero para sacar mi monedero y, consigo, mi tarjeta de crédito -. Ponle otra y me cobras todas las deudas que tenga contigo.
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Twila #Diamondawards2022
Bí ẩn / Giật gânTodo empezó cuando era pequeña. La ausencia de mis padres por un accidente de tráfico (o eso me dijeron), la acogida en la casa de una familia totalmente desconocida, el tener que buscarme la vida a los dieciocho, inestabilidad emocional... Todo eso...