Capítulo 13

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Después de mi fechoría, me fui rumbo a mi casa. Sabía que tanto James como Leyna iban a estar en casa y más cuando ya era la hora de comer. Entré a casa como si nada y me fui hacia arriba, en dirección a mi habitación. Sin embargo, al subir el primer escalón fui interrumpida por una voz femenina detrás de mí. Me giré para mirar a aquella persona, pero mis ojos se agrandaron por la sorpresa al ver de quién se trataba.

— ¡Eres una asesina! — exclamó Daphne.

No podía creer lo que estaba viendo, no me podía estar pasando de nuevo. Tenían que ser alucinaciones porque Daphne estaba muerta. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué la veía? ¿Solo yo podía verla? Todas esas preguntas se formulaban en mi cabeza haciéndome creer que estaba loca o que mi mente me estaba jugando una mala pasada. ¿Remordimiento? No sabía lo que era, pero sabía que esa aparición no era real, aunque en ese momento la estuviera viendo con mis propios ojos, no tenía que ser real.

— No eres real — musité mientras que no salía de mi asombro.

— Ah, ¿no? — preguntó mientras se acercaba a paso lento hacia mí haciendo que subiera unos escalones más —. Entonces si no soy real, ¿por qué me puedes ver y oír?

— No lo sé, pero tienes que salir de mi cabeza ahora mismo.

— Nancy, no estoy en tu cabeza. Me estás viendo, estamos hablando.

— ¿Qué quieres de mí?

— Que pagues por todo lo que estás haciendo — respondió mientras se acercaba a mí —. Sé que te diviertes matando a toda esa gente, lo sé porque te divertiste cuando me estabas matando — prosiguió mientras entraba la mano en el bolsillo falso de mi chaqueta de cuero sacando el cuchillo que estaba manchado de sangre —. Sé que esa gente tiene que tener algo relacionado a ti, aunque ellos mismos ni lo sepan — siguió hablando mientras empuñaba el cuchillo hacia mí —. Pero, da igual cual sea la relación que tengan esas personas contigo, debes dejar ir el pasado para poder vivir el presente tranquilamente sin saber cuál serán las consecuencias en el futuro. Deja de matar a gente, no importa si son culpables o inocentes porque ellos se pudrirán bajo tierra, pero tú te pudrirás en la cárcel — una vez que terminó de decir aquello, iba hacia mí con la intención de clavármelo.

En cuanto vi sus intenciones, grité con todas mis fuerzas por el susto, aunque lo que estaba esperando nunca llegó. Con lágrimas en los ojos que producían que viera borroso, oí como James y Leyna iban hacia mi encuentro por el grito que antes produje. En cuanto estuvieron a mi lado, borré el rastro de mis lágrimas y miré hacia el suelo para poder ver el cuchillo, pero no había nada allí.

— El cuchillo — dije con la voz entrecortada.

— ¿Qué cuchillo? — preguntó James —. No hay nada aquí.

— Daphne, era Daphne — miré hacia Leyna —. Ella empuñaba un cuchillo. Leyna, ella me quería matar.

— Espera — habló James —, Daphne era tu amiga y...

— Está muerta — le interrumpió Leyna —, tú mimo estas llevando su caso.

Tras decir eso, Leyna se sentó en uno de los peldaños de la escalera, tenía la cabeza agachada mirando al suelo y las manos en su cabeza. Sin levantar la mirada del suelo, ella empezó a sollozar, un sollozo que no tardó en transformarse en un llanto audible. Yo no podía acercarme, no podía mover un solo músculo. Intentaba hacer algo, quería hacer algo, pero no pude, lo que me hizo sentir impotente.

— Lo siento Nancy, pero yo ya no puedo, no puedo.

— ¿Qué no puedes? — preguntó James.

— Protegerla, intento protegerla y protegernos a nosotros también, pero ella no coopera, no hace nada, solo actúa por libre.

— ¿De qué estás hablando?

De la nada James se acercó a Leyna y le pasó su hombro derecho por los hombros de Leyna para reconfortarla. No entendía qué pasaba, aunque sí veía sus intenciones. Estaba notablemente cansada, pero no entendía el porqué de aquel cansancio. Claramente, me acordaba de la conversación que tuvimos antes de salir de la casa, pero no sabía el porqué de ese extraño comportamiento que estaba teniendo en esos momentos.

— Ella es peligrosa, James. Yo no soy su amiga, soy su psicóloga. Ella está mal —. De pronto me miró —. Lo siento Nancy, pero ya no puedo callarme todo esto.

— Leyna... — intenté llamar su atención porque ya estaba viendo sus intenciones y no me estaba gustando nada de eso. Me iba a delatar.

— No, ya sé todo. Twila me contó todo, ella no es la mala de la película, tú eres la mala. Ya no puedo protegerte y menos puedo ser tu cómplice de todo lo que hagas entando bajo mi tutela.

Como una señal para hacer que Leyna se callara y no dijera nada, el móvil de James empezó a sonar con la suerte de que se fue a otra habitación a contestar dicha llamada. En cuanto perdimos a James de vista, me acerqué a ella con una mirada acusadora para que se mantuviera callada porque si no arruinaría todo.

— No me voy a callar Nancy. No sé por qué estás haciendo todo esto, pero yo ya no voy a ser tu cómplice y le contaré a James todo para que cumplas condena por todo el daño que estás causando — dijo al borde del llanto.

— ¿Daño? Este trastorno es lo que me está dañando — dije intentando actuar como si estuviera dolida.

— No, no es ese trastorno lo que te está dañando, eres tú misma. Nancy, sé que estás consciente cuando matas, sé que eres tú la que tomas la decisión de hacerlo, Twila está ahí para intentar pararte, pero no escuchas. Yo no puedo ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, y ese es tu caso — dijo mientras se levantaba del escalón para subir unos cuantos escalones más —. No sé lo que realmente te pasa, pero Nancy, no arrastres a más personas al abismo donde tú te estas llevando.

— ¿Me abandonas?

Leyna no dijo nada, solo asintió con mucho pesar para seguir su camino hacia el piso de arriba. En ese momento, sentí como algo tomaba posesión de mi cuerpo, que ya no pertenecía a él, hasta que todo se tornó negro.

Tan deprisa como pude, fui tras Leyna para parar lo que iba a hacer. Ella era la única solución para ayudar a Nancy, ella necesitaba a Leyna. En cuanto entré en la habitación donde estaba colocando su ropa en la maleta, ella se asustó ya que abrí la puerta de golpe.

— Leyna, soy yo, Twila — dije para intentar calmarla.

— ¿De verdad? — Asentí con la cabeza para darle a entender que era yo de verdad —. ¿Qué quieres?

— No quiero que te vayas porque sé que en cuanto te vayas Nancy va a entrar en un estado de demencia donde no va a poder reprimir sus impulsos.

— ¿Qué cambiaría eso? Aun estando con ella es imposible que entre en ese estado de demencia, estoy cansada de ser su cómplice. Todo este tiempo he estado interpretando ese papel sin saberlo y sin querer. Me mantuvo muy engañada y yo ya no quiero porque sé que me arrastrará con ella a la cárcel si la policía se entera.

— Sin ti, ella mataría todo el día, hasta podría arremeter contra ti. Leyna, eres la única que puede ayudarla, no la dejes sola, te necesita.

— Respóndeme a estas preguntas, ¿por qué mata a toda esa gente? ¿Qué tienen que ver ellos en la vida de Nancy?

— Ellos tienen mucha relación con ella, digamos que ellos tuvieron la culpa de que yo apareciera. Cuando eso ocurrió y aparecí reflejada en el espejo del baño, le dije que la cuidaría. Sin embargo, pasaron los años y ella no pudo olvidar por lo que pasó y esos recuerdos solo aumentaron sus ganas insaciables de venganza. Créeme, pasó por mucho, pero ella no sabe cómo gestionarlo, por eso estás a su lado, tienes que ayudarla.

— Pero yo no puedo ayudarla sin saber lo que pasó, necesito llegar hasta la raíz de la situación sino, mi esfuerzo será en vano. ¿Quiénes son esas personas y qué tienen que ver en su vida? ¿Por qué ella los mata? ¿Qué le pasó?

— No tengo tiempo para responderte a todas esas cuestiones, el shift es muy pesado y Nancy se está quedando sin fuerzas. Por favor, ayúdala, te necesita.

— No sé si podré... pero lo haré.

Twila #Diamondawards2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora