Me desperté alterada y no me calmé hasta que me vi en mi habitación. Solo había sido un sueño. Cuando la respiración se calmó, miré mi móvil para saber la hora que era, justamente la hora de la cena. Me levanté de la cama y salí de allí para dirigirme a la cocina. Al abrir la puerta de mi habitación, me asusté al ver a mi amiga detrás de la puerta.
— ¿Todo bien? — preguntó con preocupación.
— Sí —, respondí mientras me llevaba una mano al corazón —, todo bien — añadí cuando estuve calmada.
— Es que te he oído gritar y bueno... venía a ver si todo estaba en orden.
— No te preocupes, solo ha sido una pesadilla —. Dije restándole importancia.
— ¿Son las pesadillas que tenías con esa chica? —. Preguntó con más preocupación.
— Sí, parece que esa chica ha vuelto a colarse en mi subconsciente — respondí con indiferencia para restarle la importancia que ella le estaba sumando.
— No le tienes que quitar la importancia que tiene —. Me regañó. — Ayer no te quise decir nada, pero... cuando te abrí la puerta a esas horas de la noche, mojada por la lluvia y las manos...
— Las manos estaban rojas porque, por alguna razón que desconozco, las metí en pintura. Ya sabes que cuando ando sonámbula no me acuerdo de nada, solo me acuerdo de despertarme y venir hacia el apartamento.
Después de escuchar mi explicación, asintió con la cabeza no muy convencida, pero por lo menos provoqué que no hablara más del tema. Me dirigí hacia la cocina para preparar algo de comer, la verdad era que no tenía muchas ganas de cocinar, por lo que me puse de acuerdo con Daphne para pedir comida a domicilio. Después de cenar y mientras comentábamos una serie nueva de Netflix, veía como el sueño se iba apoderando más de mí, pues mis ojos no paraban de cerrarse involuntariamente aunque estuviera luchando para que no lo hicieran.
— Creo que me voy a ir a dormir, se me están cerrando los ojos — informé a Daphne mientras me levantaba del sofá.
— ¿Quieres que te ate al cabecero de la cama? — preguntó pillándome por sorpresa.
Me paré en seco al oír aquella pregunta. No sabía cómo reaccionar ya que esa pregunta me pilló totalmente por sorpresa y no sabía cómo reaccionar. Cerré los ojos al recordar la última vez que tuve esas pesadillas y las cosas que acabamos haciendo por culpa de éstas.
— Esto no es como la última vez, solo ha sido un momento puntual —. Intenté expresarme al darme cuenta de que lo preguntó en serio.
— Sabes que cuando aparece esa chica en tus sueños tu sonambulismo incrementa—, hizo una breve pausa —, deberías de ver a la psicóloga que te trató la última vez.
— ¿Para qué? ¿Para qué me diga que estoy loca y me vea como un peligro para la sociedad? — pregunté exaltada por el consejo de Daphne.
Al verme de esa manera, Daphne negó con la cabeza mientras miraba hacia el suelo, esa era la señal que me daba a entender que se rendía. Al final, me sentí mal por haberle gritado de esa manera cuando solo quería ayudarme, pero esa no era la solución, menos al recordar lo que la psicóloga me dijo la última vez que pasó eso. Esa chica de mis sueños era fruto de mi imaginación, nada más.
Entonces, el ruido de los platos y de los vasos me sacaron de mis pensamientos, Daphne estaba recogiendo de aquella mesa pequeña todos los bártulos que habíamos emporcado para comernos la comida que habíamos pedido. Al darme cuenta de que era momento para reaccionar, decidí ayudarla, pero ella se negó.
— Vete a dormir, puedo recogerlo yo sola — no me dio tiempo a replicar cuando volvió a hablar —. Estoy en paro y tú trabajas para mantenernos a las dos, has madrugado y estás cansada, es justo que lo recoja yo —, prosiguió. Era un bonito detalle que dijera eso pero el adjetivo "bonito" se marchitaba al escuchar su tono de voz, estaba visiblemente decepcionada por la actitud que tuve. Era algo de lo que yo tampoco me sentía orgullosa.
— Buenas noches — le deseé mientras veía como recogía las cosas de aquella pequeña mesa.
Al no obtener respuesta alguna de ella, decidí irme al baño para lavarme los dientes y echarme las cremas necesarias para hidratar la piel que con tanto esmero cuidaba. Sin embargo, no podía estar tranquila ya que en mi imaginación se colaba lo tonta que fui al adoptar aquella actitud cuando ella sólo quería buscar una solución acorde con la situación. No obstante, lo que ella no sabía, era que ni una psicóloga podría ayudarme con ese tema, pues esa chica seguiría apareciendo en mis sueños sin previo aviso hasta que a mi subconsciente se le antojara olvidarla.
Aquella noche no podía pegar ojo, no porque no quisiera, sino para no tener otra pesadilla y, por ende, evitar el sonambulismo. Llegados a altas horas de la madrugada, el sueño se apoderó de mí provocando que cerrara mis párpados para poder descansar. Grave error.
Nancy se encontraba en el medio del pasillo de su apartamento, no podía salir de éste por más que intentaba forzar la cerradura, lo que le hizo enfurecer aún más de lo que ya estaba. Cuchillo en mano, se fue a la habitación de la chica que compartía dicho apartamento, pues la había encerrado y eso le impedía conseguir su próposito. Al llegar a la puerta de su habitación, la intentó abrir pero, una vez más, sin éxito. También había cerrado la puerta de su dormitorio, lo que impulsó que su furia creciera aún más.
— ¡Quiero salir! — exclamó mientras golpeaba la puerta de su amiga con furia.
Su amiga, quien se despertó abruptamente por los repentinos golpes en la puerta, se estrechó las sábanas contra sí para contener el miedo que sentía en esos momentos. Al otro lado de la puerta estaba ella, con su furia incrementándose por cada segundo que pasaba. Su mente estaba nublada, pues en todo lo que pensaba era en salir de aquel apartamento.
— ¡Quiero salir! — repitió sin cesar.
Su amiga no sabía qué hacer en esos momentos. Por un lado, quería llamar a la policía, sabía que su amiga no le iba a hacer daño, pero era para no armar follones en todo el bloque de apartamentos. Por otro lado, no podía hacerlo, pues sabía que su furia incrementaría mucho más de lo que ya estaba y quería hacer lo contrario, aminorar aquel sentimiento. No tenía otra opción, la chica al otro lado de la puerta sabía que ella estaba despierta por el jaleo que estaba montando, solo le quedó una única opción: contestarla.
— No irás a ninguna parte — dijo con valentía mientras se estrechaba aún más las sábanas contra ella.
La chica intentó abrir la puerta de su habitación, aquella vez, con un ritmo frenético. La chica que, con miedo, estaba sentada en la cama, decidió abrir la puerta para guiar a su amiga hacia la habitación y así acabar con lo que estuviera soñando. Por unos segundos, dudó de ello ya que no sabía lo que se encontraría pero, al final abrió la dichosa puerta.
Al abrirla, se encontró a su amiga con los ojos abiertos de par en par, una mirada bastante espeluznante que ella solo había visto en películas de terror. El miedo terminó por apoderarse de ella cuando, su amiga, acercó el cuchillo afilado a su cuello. Temblorosa, intentó quitarle el cuchillo de su alcance.
— Ven, vamos a tu cuarto — le decía con voz calmada mientras susurraba —, todo estará bien mañana.
— No, quiero salir a la calle.
La chica negó levemente con la cabeza mientras le cogía, con mucho cuidado, de la mano para llevarla a su habitación. La otra chica ponía resistencia a dicho acto, pero el apretón de manos se volvió fuerte para que no pudiera zafarse del agarre de Daphne que la guiaba hacia la habitación de Nancy.
— Te toca descansar, mañana será un día bastante duro — le susurró mientras la arropaba.
La otra chica ya no ponía resistencia, pues sabía que iba a vengarse cuanto antes por no dejarla salir a la calle. Solo estaba pensando en el plan perfecto para hacerle saber a su amiga que cometió el error de su vida por no dejarla salir a cumplir con su oficio en aquella noche fría de invierno.
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Twila #Diamondawards2022
Mystère / ThrillerTodo empezó cuando era pequeña. La ausencia de mis padres por un accidente de tráfico (o eso me dijeron), la acogida en la casa de una familia totalmente desconocida, el tener que buscarme la vida a los dieciocho, inestabilidad emocional... Todo eso...