¡La persona favorita del Rey Dragón!

Parte 2

Capítulo 6: El país que ama a un dragón
(Parte 2/2)

Aunque es de piel morena, se siente considerablemente más clara que el del resto de las personas que nos rodean. La chica tiene una hermosa melena rubia que le llega a la cintura y está intrincadamente trenzada, de modo que incluso su peinado es un adorno de su belleza.

Sus ojos azules eran de un tono más profundo que los del Rey Dragón. Sus labios rosados estaban entreabiertos, no había ningún indicio de asco o curiosidad en su expresión.

Sólo un ligero levantamiento de las comisuras de la boca, como si estuviera sonriendo.

Y a la sombra de su vestido blanco, un hermoso chico rubio con un rostro similar al de la chica estaba pegado a ella, mirándome con desprecio, parecía odiarme mucho más que el resto.

El chico corre de repente hacia mí, justo delante de mí.

Grandes ojos azules brillando furiosos bajo dos pequeñas cejas delgadas. Su aspecto bien parecido me recuerda al que tiene Kaito, a pesar de que no se parecen absolutamente en nada.

"¿Eres el 'favorito' del Rey Dragón? Eso es mentira. Porque... ¡Porque mi hermana Thesatia es mucho más hermosa que tú!"

No sé de qué están hablando.

¿Quién es Thesatia?

¿Por qué me critica con tanta saña un chico que no conozco?

"¡Nunca he visto una persona tan fea y terriblemente espeluznante como tú! ¡¿Eres un ser humano en primer lugar?! ¡¿Cómo has llegado a las garras del Rey Dragón?!"

El niño puede golpearme como si fuera lo más normal del planeta y nadie hace nada para detenerlo. Sus pequeñas manos están llenas de poder y han transmitido una gran ira... Sus palabras lastimaron severamente mi pecho.

Hieren mi corazón.

Debería estar acostumbrado a eso. A que me digan que soy feo, horrible y que doy miedo.

¿Pero es culpa mía?

"N-no te estoy haciendo nada."

De repente fui convocado a un mundo diferente con mi hermano. Y desde allí, Ryuo me raptó. No sé por qué, pero tenemos una relación física, que coincidía maravillosamente con nuestros cuerpos y nuestras almas.

Acepté que dejaría de necesitar de mi y dijo que al final se aburriría y me echarían... En ese momento no estaba seguro de si era algo bueno o no.

Lo acepté, para prepararme para ese momento, por eso es que vine a ver el país donde supuestamente viviría para siempre.

Eso es todo.

La malicia que transmitía la gente reunida a mi alrededor, la ira del muchacho. Estaba tan abrumado que ni siquiera podía hablar en mi propia defensa.

El señor Kustadio se puso en pie de un salto y apartó las pequeñas manitas del niño de mí.

"Su Alteza, Hermia, ¡por favor, absténganse de decir esas cosas! ¡Salgan todos! Nadie parece entender el valor de este hombre, su valor es inmenso. Mucho más elevado que el de todos nosotros aunque su apariencia sea esta."

Con su exclamación, la sala que había estado llena de actividad se quedó en silencio por un momento.

Mientras tanto, yo ya no pude resistirlo más y entonces, me levanté sin decir nada, corrí y me aferré a la puerta por la que había entrado, corriendo hacia la parte trasera.

Al final de un pasillo, a unas decenas de metros de la habitación que me habían dado en el castillo, estaba la puerta de Lutyvia.

¡Hice todo lo posible para llegar de nuevo al castillo de Shirasagi! Contrariamente a su apariencia, es una enorme puerta doble, tres veces más alta que yo pero es sorprendentemente ligera.