CAPÍTULO 1

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Capítulo para conocer el contexto.

Era una mañana nublada, gris, casi negra. Una excelente mañana. Eran alrededor de las 8 cuando el doctor entró a la cocina a prepararse un café negro para iniciar bien el día. Le gustaba ser el primero en llegar al comedor porque no había desastres hechos por Demencia y lo mejor de todo, nadie lo molestaría y podía estar a gusto sin su bolsa puesta.

Mientras se preparaba el café en la cafetera, fue a la puerta y salió a revisar el correo. Era demasiado molesto el correo a mano, por decirlo así porque viene impreso, teniendo tecnologías como email. Al abrir el buzón rodó los ojos y sacó unos cuantos sobres, después regresó a la cocina. Black Hat, villano y dueño tanto de la mansión como del corporativo, lo estaba esperando dos tazas de café; una con el contenido más negro que el abismo, para él y la otra, con una ligera cantidad de leche, para el villano, pues luego le resultaba bastante amargo.

—Buen día, doctor, ¿qué planes nos esperan hoy? —preguntó el villano recargado cerca de donde estaba la cafetera,  con la vista fija en el correo que traía Flug entre las manos, luego lo miró a los ojos.

—Tenga —dijo, agarró la taza de café y se dirigió a su laboratorio, pero antes de tocar la perilla de la puerta, el señor Hat lo llamó y le pidió que se quedara y tomara café con él para hablar sobre unos asuntos. El doctor suspiró y regresó a sentarse frente a su jefe.— Diga.

Flug ya sabía de esas charlas, donde su jefe hablaba sobre ideas estúpidas para futuros inventos para presentar a otros villanos. Si bien era un admirable villano, demonio de negocios y millonario, no era inteligente a la hora de inventar. De hecho, todas las ideas y tratos eran fruto del doctor, Black Hat sólo prestaba su cara y estatus social para firmar contratos y asistir a cenas lujosas entre emprendedores del mal. Por tales motivos, decidía ignorarlo la mayoría de las veces y seguir con lo suyo. Nunca lo vio como un jefe, sino como un socio que financiaba sus proyectos y lo dejaba vivir en su mansión y encima le pagaba por ello, pero a cambio tenía que soportar a la creación femenina del anterior científico y a la mascota gigante adorable que se ocupaba del quehacer.

—Hoy tengo una cena con un socio que está interesado en la pócima de relajación muscular con estimulación de, ya sabes, ahí abajo —sonrió mostrando sus dientes picudos.

—¿La droga que inventé porque me pediste que la hiciera para ver qué se siente estar drogado? —levantó un poco la bolsa y le dio un sorbo a su café.

El demonio maximizó lentamente su sonrisa.

—Sí, bueno, él me pidió que te presentaras, pues, quiere conocerte en persona.

—No tengo ganas de ver a nadie... espera, ¿qué pusiste en mi caf...?

El doctor Flug estaba siendo víctima de la droga que había inventado hacía unas semanas, pues el señor Hat había vertido una dosis en su café porque estaba harto de tener a un empleado tan arrogante como el doctor y quería ponerle una lección que lo enseñara a que él era quien mandaba en la mansión. A decir verdad, extrañaba al anterior científico que era mucho más sumiso y jamás decía que no, pero murió de un ataque al corazón.

El doctor comenzaba a sentirse relajado, sus movimientos eran suaves y, aunque no se podían apreciar, sus orejas se tornaron rojas de lo caliente que comenzaba a ponerse. Cada cuerpo reaccionaba diferente y, como esa droga había tumbado a Hat en un estado donde su cuerpo no le respondía como él quería, creyó que le pasaría lo mismo a su empleado y pensó en aprovecharse de él. 

Grave error.

No sabía que estaba punto de suceder lo contrario.

Ya que el doctor dejó de moverse de la silla, Hat se acercó dispuesto a quitarle esa horrible bolsa de una vez por todas, pues estaba ansioso por ver el rostro de su arrogante empleado. Tendió su mano y, cuando su mano tocó la bolsa, Flug se exaltó y lo empujó. No sabía muy bien qué estaba pasando, pero se dio una idea y actuó enseguida.

—¿Qué tratabas de hacer, imbécil? —agarró su taza y le dio un par de sorbos— ¿creíste que podrías drogarme? —soltó una carcajada—. Seguramente estás muy desesperado por manejarme como al científico anterior, pero te diré una cosa: no saldrá lo que planeaste.

Después de su motivacional amenaza, le lanzó el café a Hat, manchando su ropa y quemándolo en zonas como pecho y cuello y se lanzó hacia él.

—Tranquilo, doctor —dijo el villano un poco exaltado y retrocediendo un poco, pues su plan ni de chiste iba a funcionar.

—¿Cómo quieres que me tranquilice si tú provocaste esto? —dijo acorralando a su jefe contra la pared—. Me tienes que ayudar a terminar lo que empezaste —lamió su cuello, pues había un poco de café.

Black Hat sintió miedo al sentir el miembro erecto del doctor, pues sabía lo que eso significaba, también era un hombre.

—Perdón, déjame ir—suplicó.

—Me das pena, Black Hat —dijo el doctor antes de arrastrarlo hasta su laboratorio.

Hola, prepárate para lo que viene.

Te necesito, doctor [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora