CAPÍTULO 9

685 43 10
                                    

El ambiente dentro del laboratorio era oscuro en todos los sentidos.

Flug, quiero decir, el doctor Slug en mucho tiempo no había sentido emoción. Sabía que nuevamente estaría al frente de una corporación y regresaría a darle la cara, digo, bolsa al mundo. 

Lo único que necesitaba era una firma.

—Señor Hat, insisto en que esto es lo mejor para todos —sonrió a la vez que tiraba  de la cabeza del demonio para penetrar con fuerza su boca con el miembro perfectamente erecto. 

Black Hat estaba amarrado de pies y manos sobre una camilla, formando una "x", desnudo.

Esto hizo enojar al doctor, tanto, que le dio un puñetazo en el labio, rompiéndolo. Tuvo un pequeño impulso de lamerlo, pero eso iba a ser catalogado como un beso y hacía años que no besaba a nadie, por lo tanto, su primer beso después de tanto tiempo no iba a ser con un sucio y avergonzado demonio. Así que optó por relamerse los labios y apretar el puño.

—Escucha, estoy perdiendo la paciencia —dijo el científico, enojado.

—¿Por qué no acabas conmigo?

Slug sonrió.

—¿En qué sentido?

A estas alturas, Black Hat sabía que no podía estar más humillado, así que su integridad como demonio era lo que menos le importaba, lo único en lo que estaría firme era evitar regalar su corporación, pero, ¿en realidad era tan malo dejar de ser el temible señor Black Hat? Slug tenía razón; quien realmente manejaba la empresa y los tratos con otras compañías era él mismo, mientras que él sólo era la cara, el representante y la imagen de Black Hat Organization. Tal vez no sería mala idea ceder.

—¿No es más fácil matarme?

Dijo el demonio sin pensar.

—Lo es, pero sería aburrido, ¿Entiende? No me gustaría meterme con 505, Demencia no se me antoja y usted es el único que obedece y se deja hacer lo que quiero.

Una pequeña luz iluminó la mente de Black Hat.

—¿Siente usted algo por mí?

El doctor lo vio un par de segundos, se subió los pantalones y abandonó el laboratorio.

Ahí estaba la respuesta para el demonio, quien de pronto sintió cómo su pecho se hundía. El corazón que alguna vez latió con fuerza ahora no quería hacerlo nunca más, estaba rendido, cansado.

¿Cómo llegó a ese punto? ¿Fue la droga? ¿Su capacidad como líder? ¿Cómo pudo el doctor acabar con él con tanta facilidad? ¿Era a caso que el demonio nunca se dio cuenta de lo que sentía?

Quería apagar su voz interna que sólo se hacía preguntas y no generaba ninguna respuesta, pero no podía.

Un par de minutos después entró el gran oso azul para desatarlo y llevarle una bata, luego guiarlo a la bañera y ayudarlo a ducharse y curarle ese labio partido. Todo en silencio. No cruzaron palabra pese a que 505 tenía el dispositivo para hablar.

Esa noche el demonio estaba seguro de algo, su vida tendría fin.

Redactó tres cartas; una para Demencia, una para 505 y una para el doctor. Cada una contenía unas palabras de despedida y buenos deseos, pero la carta del doctor Slug contenía poesía y las indicaciones de que él ahora era el dueño de Organizaciones Black Hat.

Debajo de su cama tenía una bolsa de Lust Dust y una pistola negra con detalles rojos, arma creada especialmente para él. No era un arma ordinaria, pues las balas emitían radiación al entrar al cuerpo del objetivo.

Abrió la bolsa del polvo e inhaló lo más que pudo, y en segundos consiguió el último placer que su cuerpo y mente pudieron sentir antes de jalar el gatillo y abandonar el cruel mundo que algún momento fue suyo.

Fin






Te necesito, doctor [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora