CAPÍTULO 7

526 39 7
                                    

Habían pasado los días desde aquel descubrimiento por parte de 505.

No había ningún movimiento extraño o indicios de que el doctor de la mansión fuera el doctor Slug.

El gran osito había estado más al pendiente de Flug que de costumbre, sin ser sospechoso, pues pensó que si lo evitaba de la nada sería raro.

—Hola, buen día —saludó Flug a 505, quien estaba en la cocina desayunando.

El oso sintió cómo la sangre le bajaba a los pies (patas), así que se limitó a hacer una reverencia y una sonrisa forzada.

—Sabes que inventé un traductor de palabras, ¿Por qué no lo usas? Muero de ganas por una charla tranquila contigo —suspiró—, el único ser sensato de esta mansión.

El doctor le dio una palmadita en el hombro y después se acercó a la cafetera a prepararse un café, mientras tarareaba una canción:

All the other kids with the pumped up kicks better run, better run, faster than my bullet...

Luego comenzó a silbar lo que restaba de la canción.

505 no dudó en que el científico tramaba algo, pero, ¿Qué era?

Siguió desayunando, esperando a que se fuera, pero para su sorpresa, Flug se quedó leyendo el periódico cerca de él.

Sabía perfectamente que él odiaba el papel, que prefería la tecnología moderna.

—Guau, hace 100 años hubo un loco que usaba una bolsa en la cabeza, como yo, ¿No es fascinante, 505?

Una alerta se esparció por todo el cuerpo del oso azul, que le dió un sorbo a su vaso con leche con chocolate, nerviso.

Soltó una risita nerviosa y asintió.

—Pero tú ya estás informado del tema, ¿No es así? —el doctor aplastó el periódico en la mesa, se levantó y se puso atrás de 505 para después arrojar a la mesa el traductor de palabras—. Quiero que hables ahora.

Al anochecer, casi a la hora de la cena, Black Hat se pegó al doctor porque sabía que probablemente iba a salir con alguien que desconocía a hacer eso.

Detestaba la idea de compartir a su doctor porque quería que sólo fuera para él y de nadie más, pero no podía hacer nada. Flug hacía y deshacía lo que él quisiera, muy por encima de las órdenes de su jefe.

Esa noche cenó sólo, no quería ver a los otros dos secuaces ni entablar ninguna conversación con nadie que no fuera Flug.

Dejó su plato a medias, pues de tanto pensar se le quitó el apetito.

Llamó a 505 para que recogiera su plato y cuando este entró no pudo quitar la mirada de su cuello.

—¿Qué te pasó ahí?

El osito comenzó a temblar, pero enseguida retomó su postura y dijo que no con la cabeza y una sonrisa.

Por alguna razón Black Hat pensó que Flug estaba involucrado, ya que había estado extraño alrededor del día. Pero no quiso darle importancia.

Cuando 505 salió de la habitación, el demonio buscó desesperadamente lust dust, pues lo que sentía cuando la consumía era como si el doctor estuviera a su lado, tocándolo.

Tras 4 líneas de polvo, el demonio estaba extasiado y lleno de energía para ser tomado por su doctor.

Lo necesitaba, lo deseaba.

Tomó el teléfono y lo llamó, pero Flug no contestó. Siguió insistiendo un par de veces hasta que escuchó su voz.

—¿Qué quieres? Estoy ocupado.

—Te necesito, doctor —mencionó Black Hat masajeando su miembro por encima de la ropa.

—Estoy ocupado con alguien que quiere exactamente lo mismo que tú, ¿No es así?

Segundos después, se escucharon los gemidos de alguien, no se distinguía si era hombre o mujer, pero entre pujidos se escuchó "sí" varias veces, como al ritmo de cada penetración.

Black Hat colgó el teléfono y se recostó en su cama. Al parecer, los efectos de la droga habían bajado considerablemente.

Creyó que la mejor idea era consumir más para sentirse bien.

4 líneas más.

El efecto de la droga explotó por todo su cuerpo.

Tenía necesidad de ser tomado.

Quería gritar el nombre del doctor.

En estos momentos, daría lo que fuera por un beso.

Como pudo, se arrancó la camisa por tanto calor y comenzó a masturbarse en la cama de Flug.

Quizá fue la alta dósis que inhaló, pero por más que terminaba, su sed por el doctor no cesaba.

Quería tenerlo dentro de él.

Su corazón estaba excesivamente acelerado.

Recordó que el doctor tenía una caja negra debajo de su cama con cosas para la ocasión, así que decidió buscarla.

Encontró una especie de dildo vibrador que no dudó en usar.

El placer se sentía en cada rincón de su cuerpo, no el mismo que le provocaba en doctor, pero sentía lo que necesitaba para calmarse.

Apenas sintió que el efecto de Lust Dust bajaba, inhaló un par de líneas más.

Su corazón no iba a resistir tanto.

Estaba en peligro.

Pero lo necesitaba.

Terminó un par de veces, pero seguía extrañando al doctor.

Estaba a punto de inhalar un poco más, pero 505 entró a la habitación y lo empujó, impidiendolo.

—¿Qué haces aquí, maldito oso?

505 apretó los dientes.

—¡Basta! —le respondió—. Te estás lastimando...

Black Hat se sorprendió puesto que jamás había escuchado al osito hablar con el traductor de palabras.

—Vete.

—Señor Black Hat, lo ayudaré a tomar un baño y después a dormir en su habitación.

—Dije que te largues, maldita sea.

—No.

Acto seguido, 505 se llevó cargado a su señor porque sabía que no podía valerse por sí mismo.

Con cuidado, lo bañó en la tina y lo arropó.

—¿Sabes? No sé por qué hago esto —mencionó el demonio—. Mírame, doy pena.

—Yo lo respeto mucho —le respondió el oso con la voz un poco robótica—. Además, hay algo que debo contarle...

Con Black Hat recostado en su cama, 505 le contó lo que descubrió hacía unos días.

No sé lo tomó bien.

Le creyó al tierno oso, por supuesto.

Pero estaba roto por dentro.

Porque Flug sólo lo estaba usando.

Y nadie lo ha amado de verdad.

Buenas, buenas mis lectores. Sorry por la tardanza 🥺

Te necesito, doctor [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora