La pescadilla que se muerde la cola

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Pensar en su propio culo o salvar a Flavio... Todos fueron fieles a la segunda opción y acabaron retenidos en un gran sótano vacío. Los hombres habían confiscado sus pertenencias y les habían obligado a vestirse con unos feos camisones color beige. No estaban atados pero tampoco podían escapar. La puerta estaba blindada y solo podía abrirse por fuera con contraseña. Ninguno de los cuatro se atrevía a romper el silencio hasta que Samantha soltó un grito de desesperación, el cual la tranquilizó en la medida de lo posible. Maialen la imitó y tras ello, suspiró con alivio.

—Tarde o temprano nos tendrán que sacar de aquí... Quieren al androide, no a nosotros. —Sentenció Javy.

—¿Ya habrá salido del...?

—Shh. —Eva mandó a callar a Maialen a la vez que señalaba una cámara que había en una de las esquinas de unión entre pared y techo—. Todo lo que hagamos o digamos puede ser grabado.

—De puta madre... Y Anaju sola en el hospital. —Dijo Javy y de pronto empezó a reírse. Una risa enfadada, nerviosa.

A la salida del concierto de jazz, Flavio se encontró con Anne y sorprendido, la recibió con dos besos. No le hizo falta pronunciar palabras. Con un gesto de brazos y otro de cara, Anne ya supo qué le quería preguntar.

—He venido para tener ya esa cita. Si te parece bien, claro. Había pensado que igual podíamos ir a pasear por la playa bajo la luz de la luna. Hoy está preciosa, ¿no crees?

La mirada de Anne viajó al cielo buscando encontrarse con la luna y al hacerlo, sonrió ampliamente como si fuera la primera vez que veía una luna llena. Flavio, en cambio, echó un vistazo fugaz para luego observar cómo la felicidad de Anne se manifestaba en esa sonrisa.

—Sí... Preciosa.

—¿Ves? Yo nunca miento. —Pronunció Anne devolviendo la cabeza a su eje. Aunque no mintiese, a veces se callaba la verdad como en ese momento—. Vamos, antes de que cambies de idea.

La playa les recibió vacía, al igual que el sótano donde se encontraban los prisioneros. Anne no podía dejar de sentirse culpable por no darle la información pero tenía razón Eva, él merecía ser feliz. Y siendo un poco egoísta ella también quería serlo un rato. El mar capturó la mirada de ambos, que se detuvieron a escasos pasos de la orilla. La voz de Anne se abrió paso entre el silencio.

I wanna take you somewhere so you know I care. But it's so cold and I don't know where...

I brought you daffodils in a pretty string. But they won't flower like they did last spring. Prosiguió Flavio, quien también conocía la canción. Entonces ambos quedaron frente a frente.

And I wanna kiss you, make you feel all right... Una lágrima rodó por la mejilla de Anne. Flavio se intentó acercar para secarla pero ella misma se adelantó—. Si Samantha estuviera aquí ahora os estaríais bañando en el mar congelado como Dios os trajo al mundo.

—¿Qué? Sam no está aquí. No sé a dónde quieres llegar.

—Pensé que esto sería buena idea. Quería saber qué se sentía... No puedo hacerle esto. Ella es más divertida y es tu novia. Anne le dio la espalda y siguió llorando en silencio.

—Espera, Anne. Escúchame, por favor.

On another love, another love. All my tears have been used up... Anne retomó la canción negando con la cabeza. Ahora más que cantada parecía una canción llorada. Nunca antes había puesto tanto sentimiento en una canción, ni siquiera en el coro del convento.

—Sam no es mi novia. Tenemos algo especial pero... Ella no ha querido dar el siguiente paso.

El chico caminó hacia la novicia hasta ponerse de nuevo frente a ella. No supo si por pena o por algo más, pero selló sus labios con los ajenos en un beso que sabía a mar. Tal vez por la mezcla con las lágrimas. Ya no podía decir que no besaba en primeras citas puesto que era la segunda vez que lo incumplía. Para Anne era el primer beso en sus veinte años de vida. Nunca se lo hubiera imaginado así. Abstraída por el momento se dejó llevar aunque cuando fue consciente lo separó.

—Flavio, desde que te vi quise vivir este momento y ahora que por fin sucede yo... Me siento sucia. Esto no está bien. Necesito... Necesito confesarme.

—Lo siento. Lo último que quería era incomodarte. 

—No, perdóname tú a mí por no contarte que tus amigos están en peligro. Samantha, Javy, Maialen y... Eva. No hagas preguntas. Necesitamos ayudarlos. Se los llevaron unos hombres raros y yo pude escapar.

—¿Eva también? ¿Cómo has podido hacer voto de silencio y reírte en mi cara? —Dijo Flavio tenso. Nunca le había visto tan enfadado, así que Anne se sintió peor todavía—. Vamos a llamar a Anaju. Ella sabrá qué hacer. Y también tenemos que avisar a Nick.

A tan altas horas de la noche, Anaju aconsejó dejar las investigaciones para la mañana siguiente. Le dijo a Flavio que así le daría tiempo a Nick para llegar y a ella misma a preparar un plan para fugarse del hospital. Sabía que no tenía nada grave pero también que no le darían el alta tan pronto porque pretendían dejarla en observación. 

Habían quedado en el apartamento que tenían alquilado entre todos. Para la sorpresa de Anne y Flavio, el primero en llegar fue Nick. Pero no llegó solo sino con otro chico joven también rubio. Les presentó. Era Hugo Gilabert, el hermano secreto del que había hablado con Samantha por teléfono. Al parecer acabaron quedando para hablar y a Nick le había parecido...

—Un chaval muy majo. A este paso se va a convertir en mi hermano favorito.

—No seas así, Nick, 'illo. Que nuestra hermana mayor está en la conchinchina y no puede defenderse. Tengo muchas ganas de conocerla.

—Por fin llegó por quien lloraban. —Interrumpió Anaju entrando por la puerta principal con su llave. Tenía alguna herida y el brazo vendado, pero aún así mantenía la misma presencia que siempre. Ella tampoco venía sola—. Estos son mis dos amigos. Ellos nos llevarán a un sitio más seguro y haremos un plan para salvar a Javy y las otras.

Siguieron a Anaju y los dos desconocidos y se dividieron en dos coches con los cristales blindados. Entraron a un edificio por un pasadizo secreto ubicado en la parte trasera y les dirigieron hasta un sótano. Uno de los anónimos tecleó una clave y Anaju entró con ellos informándoles del protocolo: pertenencias en el saco y cambio de ropa a camisones color beige. Cuando todos habían obedecido, ella salió junto a los hombres y dejaron al resto encerrados dentro. Era una réplica del sótano en el que se encontraban sus amigos. Lo que no sabían era que estaban pared con pared, las dos salas simulando un sótano con las mismas características, pegadas. Anaju les había traicionado sin despeinarse. Habían ido directos a la boca del lobo. Poco después, hicieron un pequeño intercambio. Les trajeron comida en platos de cartón sin cubiertos y se llevaron a Flavio.

MAGENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora