Esa misma noche, todos se sentaron a la mesa para disfrutar de la cena. Algunos de ellos se ofrecieron a ayudar poniendo la mesa pero Roberto y Bruno tenían claro que ellos se encargaban de todo. Al fin y al cabo, eran los anfitriones.
Cuando se escuchó que en la cocina echaban el cerrojo, Javy miró inmediatamente a Flavio. ¿Quién tenía cerrojo en la cocina? Samantha, que lo notó, no dudó en intervenir.
—Oye, chicos, estáis muy raros hoy. ¿Qué tramáis?
—Cosas de compañeros de habitación. —Dijo Flavio con una sonrisa burlona tratando de salvar la situación.
—Pues qué chachi que ahora seais íntimos. —Comentó una Maialen contenta.
De repente se empezaron a escuchar gritos procedentes de la cocina. Todos quedaron mudos. Bruno no parecía la clase de persona fan de las discusiones acaloradas. A Nick además de hambre, le había entrado la risa floja.
—Perdonad, chicos. Es que acabamos de descubrir que tan perfecto no es.
—Nick, no tiene gracia. ¿Creéis que debería ir o dejarles que resuelvan las cosas solos? —Toda alegría que había en Mai se había esfumado.
Antes de que le diera tiempo a alguien de abrir la boca, Bruno entró en el salón con gesto inexpresivo. Miró a cada uno de sus amigos y avisó de que la cena estaba lista, cena que resultó muy tensa. En cuanto iban a subir a las habitaciones, Bruno les frenó. Ahora que su padre no estaba, tenía algo que pedirles. Aclaró su garganta y cabizbajo, empezó a hablar.
—Me gustaría que las cosas hubieran sido diferentes, pero ha surgido un imprevisto familiar. Os tengo que invitar a abandonar la casa mañana a primera hora. Podéis seguir el viaje en la furgo sin mí.
De nuevo, todos mudos. No sabían qué decir o qué hacer. Maialen fue la primera en reaccionar. Lo abrazó, lo besó y le dijo que todo iba a estar bien. Sin embargo, en sus ojos se veía tristeza. Sam vio esa tristeza. Sabía la ilusión que le hacía a ella todo aquello.
Recoger y despedirse fue tan frío que les quedó esa sensación en el cuerpo hasta que salieron al sol. La furgo esperaba. Tal vez Pamplona les acogería con mejores brazos. Pero Javy tenía otra idea en mente. Les pidió tiempo para resolver un asunto junto a Flavio. Así que, se dividieron. Nick, Sam y Mai irían a pasar la mañana por ahí y se encontrarían con ellos a la hora de comer en un restaurante cercano a la playa.
Flavio no tenía ni idea de a dónde le llevaba Javy, pero prefería no preguntar. De hecho, en el fondo, sabía con qué tenía que ver; la chica de la foto. Cogieron un bus hacia Alicante y después anduvieron siguiendo el Maps de Javy. Charlaron un poco de sí mismos, sin atreverse a tocar el tema hasta que el que guiaba, se paró ante un convento. Flavio no daba crédito.
—¿Me puedes explicar qué hacemos aquí?
—La chica de la foto con Roberto se llama Anne y es novicia en este convento.
—Creo que tengo dos preguntas, Javy. —Entrecerró los ojos mirándole.
—¡Dispara!
—¿Cómo sabes eso? Y... ¿Por qué no me lo has dicho antes?
—Bueno, te he dicho que soy periodista. Es mi trabajo obtener información. Y tengo mis contactos. —Le guiñó un ojo—. Y respecto a lo otro, quería mantener el halo de misterio.
—¿Entonces entramos para obtener más información?
—No, he quedado aquí con Sor Mamen, una monja muy maja con la que hablé por teléfono.
Veinte minutos después, una mujer en sus hábitos y con una sonrisa de oreja a oreja salió y les invitó a entrar. Justo a la hora que acordaron. Se pasearon por el patio del convento mientras Sor Mamen les contaba cómo era la vida allí.
—Perdone, hermana. No quisiera yo interrumpirla, pero en unas horas tenemos que marcharnos de la ciudad. —Se impacientó Javy.
—Claro, sin problema. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarlos?
—Buscábamos a esa chica... Anne.
—Ah, una de nuestras novicias. Es una niña encantadora, pero desde que llegó hará seis meses, no ha hablado mucho. Espero que ustedes corran mejor suerte.
—Mira, como tú, Fla.
—No tiene gracia. —Susurró visiblemente molesto.
—Bueno, les voy a dejar sentarse en los banquitos de allí mientras voy a buscarla. No tardo.
Fueron acompañados por Sor Mamen hasta una mesa cuadrada que podría ser perfectamente de ajedrez, la cual tenía bancos a dos de sus laterales. Ambos compartieron uno para que al llegar la joven, se sentase frente a ellos. Ahora solo les quedaba esperar.
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MAGENTA
FanfictionSamantha es una chica que nunca se ha enamorado hasta que conoce al chico ideal a través de un servicio exclusivo de citas. Pero pronto descubrirá que no todo es lo que parece.