Parecía un quirófano el lugar a donde habían desplazado a Flavio. Aunque en lugar de haber instrumentos quirúrgicos había todo tipo de tecnología. Flavio descansaba atado a la camilla que marcaba el centro de la sala. Le quitaron las gafas para que su visión se volviese borrosa y no reconociese a las personas que entraron a la estancia. Sin embargo, sus oídos funcionaban a la perfección. Mientras le conectaban a incontables cables, la voz desconocida de un hombre de mediana edad heló su no sangre.
—A-066, un hueso duro de roer. El scanner indica que es uno de los trabajos mejor logrados. La responsable es Eva Barreiro, una de nuestras autoras más jóvenes y con un gran potencial.
—Doctor Rubira, discúlpeme la interrupción, pero está encendido. Con lo cual está escuchando todo.
—No importa, señorita Calavia. Es cuestión de tiempo que lo desconectemos para siempre. —Se dirigió a la pantalla para señalar la información—. Según los parámetros, Barreiro incumplió las normas y encriptó su sistema central para no poder hacer en él cambios como hicimos con A-043.
En ese preciso momento Flavio descubrió que la voz femenina que conversaba con el desconocido era la de Anaju. No entendía la traición, pero mucho menos entendía de qué estaban hablando por más que estuviese callado agudizando su oído.
—¿Se refiere a Bruno Leal?
—Correcto. Aunque Bruno Leal ya no existe, forma parte del pasado. Su hardware es casi el mismo, pero su software ha sido modificado. En el caso de Flavio, es imposible hacer cambios internos. Como comentaba, está tan bien hecho que se ha conseguido el realismo implantándole miopía, un padecimiento completamente humano. ¿Sabe lo que eso significa?
—Si no me lo dice... —Respondió Anaju con sorna.
—Muchas cosas. Una creación como la que tenemos delante puede ser una raza superior. Juega a nuestro favor para conseguir metas impensables para el hombre. Es un gran avance, pero por el momento necesitamos investigar y experimentar su equivalente al cerebro o placa base.
—¿Y destruir la creación? ¿No sería más fácil convencer a su empleada para que colabore? El ser humano puede ser muy fácil de comprar. Solo hay que encontrar su debilidad.
—No tengo tiempo para chantajes. No obstante... Tiene veinticuatro horas para intentarlo. Si no, tendrá lugar la desconexión total para el posterior análisis.
Anaju asintió y antes de atravesar la puerta se giró para mirar a Flavio en absoluto silencio. Una mirada fija y larga en el tiempo, pero también ilegible.
Los ojos del androide se llenaron de lágrimas. No por pensar que su vida era una mentira, ya que ni siquiera lo creía cierto. Tampoco por el experimento que querían supuestamente desempeñar por él. Sus amigos era todo en lo que pensaba, especialmente en Eva y la coacción. Sacó fuerzas para emitir un grito desgarrador.—Shh, bendita criatura. Pronto dejarás de sufrir.
—¿Quién mierda eres? Como le toquéis un pelo a Eva... —Su voz salía embarrada por su llanto.
—¿Qué vas a hacer, lloriquear? Mira cómo tiemblo... Ah, cierto, que no ves.
Flavio entendió que por poco que le gustase la idea, el tal Doctor Rubira tenía razón. ¿Y si era verdad que era medio robot, una máquina? Su mente no lo podía concebir. O tal vez simplemente eran metáforas de una muerte anunciada.
—Si sirve para ver una última vez a mis amigos y... Y despedirme, lloraré hasta la deshidratación. Si es eso posible.
—Una despedida me parece justa. Hasta el más cruel de los criminales tiene derecho a un último deseo. No veo por qué un androide merecería menos... Puedes despedirte solo de una persona.
¿Samantha? ¿Javy? ¿Eva? ¿Anne? Si solo podía elegir a uno, debía de ser uno de ellos. Sentía que tenía cuentas pendientes con todos. Respiró profundamente.
—Ya lo tengo.
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MAGENTA
FanfictionSamantha es una chica que nunca se ha enamorado hasta que conoce al chico ideal a través de un servicio exclusivo de citas. Pero pronto descubrirá que no todo es lo que parece.