II- De golpe.

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Ya de frente, mirandola profundamente en sus ojos castaño claro (rozando el dorado miel), ordene un café fuerte y me le quedé observando. No dijo palabra alguna. Se dirigió a la cocina y luego de unos minutos volvió con mi pedido humeante; seductor.
Clavado tal cual estaca en sus ojos seguía, tan sombríos y dulces en el fondo, pero perdidos, como si pensando todo el tiempo estuviera; mas fue util, su distracción, sirviendome para inspeccionarla cuanto quise:
No tendría más de veintiún años, seguro estoy; pero lo fruncido de su rostro y estos pasos secos y apurados la hacían aprentar un poco más; como quien carga sobre sí el peso de una gran responsabilidad, o preocupaciones muy hondas, lucía.

Sordo, enagenado; mientras me dejaba liquidar por el grave aroma de aquel café y el reverberante enigma de su iris, escribí:

Observar; no observar: Aspirar.
Penetrar mis pupilas con
fotografías exactas,
Lo esencial encerrar.
Absorver el reflejo intacto
y guardar en mi mente consciente
la perfecta traducción
de lo q atentamente..
      observe..

 A por la taza vacía vino luego, y justo en frente de la mesa preguntó si deseaba algo más, o si prefería la cuenta. Le dije que solo necesitaba un segundo, que opinara sobre algo que había escrito.
 
—¿Es acaso poesía? quizás no pueda darte una buena opinión.
—Es simple, y lo acabé recién. Pues aunque lo creas raro algo en tí sorprende, me ha inspirado.

Y asintió, como quien lo hace por cortesía, pues no mostraba el menor interés por el escrito q le había dado a leer en mi celular.

—Suena... raro.
—¿Raro?
—Te dije lo poco q te podía servir mi opinión. No está mal, no me cayó mal del todo— su cara no encajaba con sus palabras, algo estaba "...raro", como si se forzara para ser agradable— Si no tienes nada más q decir...
—No, está bien. Ten— rebusqué en mis bolsillos y estiré la mano con el pago
exacto— no tienes que mostrarme la cuenta. Suelo venir a menudo.

 Y con un gracias cerró aquel momento, fugaz, y aún misterioso.
Petrificado quedé en el lugar , intentando recordar si alguien en mi pasado no tan corto podría haberme tratado igual o parecido a esta chica. No creo, cierto es que superó mis expectativas y picante en mi lengua sentí, como si mucho quedara aún por hablar...
Fría la sentí, lejos... inalcanzable.                                                          
                                      -

  Frecuenté la cafetería unos días más, con intenciones de adivinar su turno, y por supuesto, lograr interactuar con ella.
Al menos la visité un total de siete veces, de las cuales, solo en dos o tres ocasiones logré entablar conversación alguna. Claro está, mantenía mi intención cubierta y debía parecer un viejo hábito, no algo desencadenado por ella. Así que también me acercaba cuando no era su turno por si se le ocurría preguntar (cosa bastamte increíble).
 
Con el tiempo desistí, pues sentí que tomaría demasiado; en ninguna de estas veces logré sacarle algo más que su nombre: Yavanna, que dicho sea de paso... ¡vaya nombre! Pocas no, ninguna vez escuché o imaginé escuchar tal nombre en mi vida. Cuando le pregunté por que así se llamaba, me dió de espaldas y me dijo que estaba ocupada, y volviéndose al trabajo quedé presa del suspenso. Cada día más asfixiado por tal suspenso me sentía, en siete días tres conversaciónes, de no más de diez minutos cada una... ¡y solo había dicho su nombre!

Definitivamente me iba a resultar un problema esta obsesión, que de haber tenido mucho que hacer seguramente la hubiera ignorado; mas no fue así, en cambio, convertí el tiempo vacío, en tiempo de ella.
 

Elixir de Yavanna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora