Capítulo Once: Destiempo Parte 2

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- ¿Cuándo vamos a celebrar nuestro aniversario? – me preguntó Lara a principios de septiembre - ¿El día en que nos dimos el primer beso o en el que hicimos el amor por primera vez?

- Pues solo son tres días de diferencia – le dije acomodando un rizo de su cabello detrás de la oreja mientras nos reponíamos de otra sesión de erotismos en el cuarto del hotel, como lo habíamos estado haciendo casi todos los días durante casi un mes.

- Pues esos días son una gran diferencia. O festejamos el 23 o el 26

- El 23 – le dije

- ¿Cuándo nos besamos por primera vez? – volteó con suavidad mi cara hacia ella para darme un dulce beso en los labios, mientras seguía con su cabeza recargada en mi brazo - ¿Por qué? – quiso saber.

- Porque es más pronto - le dije sonriendo.

Así llevábamos ya un mes, viviendo el momento, olvidándonos del pasado y sin ninguna preocupación por el futuro. Los días que no salíamos, yo iba a su casa con el pretexto de acompañar a Camila y jugar con Andrea, con quien, comenzaba a tener una relación muy fraternal. Un día me dijo: "Me hubiera gustado que fueras mi hermana", luego, volteando a ver a su mama, agregó: "Mama, ¿la podemos adoptar como hermana?". Ella asintió con una sonrisa. Esa fue una de las cosas y uno de los momentos que más me dolieron, el haber traicionado a Camila y Andrea de esa manera. Mi vida se había convertido, en mentirles a mis amigos, a mi familia, escondiéndome de todos, y sin acordarme que le había dicho a quién y cuándo. Pero de cualquier modo ya no había que preocuparse por tanta mentira, la verdad siempre salía a la luz.

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Nuestros encuentros se habían convertido casi en una experiencia religiosa, en una aproximación a la divinidad. Mientras acariciaba su cabeza recostada en mí, no me importaba nada, ni lo que pudiera pasar.

- Mis hijas están enojadas conmigo y Santiago me puso un ultimátum, quiere que te deje y que vayamos a un retiro matrimonial donde nos puedan ayudar – me dijo acariciando mi abdomen – el terminó con sus negocios en Valencia y me hizo prometerle que no iba a ver más a mi amante.

- ¿Te hizo prometerle? – pregunte sorprendida - ¿o sea que le prometiste que no nos volveríamos a ver?

Levantó la cabeza para fijar sus ojos en los míos

- Tenía que hacerlo – contestó preocupada – podría quitarme a mis hijas.

- Pero... - comencé a decir antes de que me interrumpiera

- Esta es la única forma en que nos podemos ver. No puedo arriesgar toda mi vida, mis hijas y todo, para que tú me dejes en un mes.

- ¿En serio piensas eso?

- Sí. Tienes 18 años y toda una vida por delante – yo iba a decir algo, pero no de dejó – Por favor – casi suplicó – vivamos el momento, vamos a disfrutarlo al máximo y olvidémonos de lo demás.

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Un día llegue temprano a casa. Mi hermano estaba viendo TV en la sala. Ese día, Lara y yo habíamos discutido.

- ¿Qué pasa contigo? - me dijo Nacho

- Nada – respondí apenas en un susurro, como niña regañada

Me hizo una seña para que me sentara en el sofá.

- ¿Sigues con ella?

- Sí.

No te enamores de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora