14. Prejuicios que duelen
La semana había pasado rápido, cuando menos lo pensé ya era lunes y las novedades en mi casa eran tantas como mis ganas de levantarme por la mañana para ir a la preparatoria.
En pocas palabras, no había novedades.
«Ni ganas»
Exacto. Ni ganas.
Regresaba de llevar a Issa a la escuela y ahora estaba estacionando en la preparatoria. Fernan había llegado antes, ya que un "compañero" suyo había pasado por ella.
Un mensaje me hizo revisar el celular mientras cerraba el carro.
Alexandra: Ven al teatro antes de entrar a clases
Marian: ¿Es orden o pregunta?
Alexandra: Es una invitación a besarnos antes de clases.
Marian: Ahí estaré.
Llegué rápidamente a las puertas grises del teatro. Todo el edifico era de un carmín intenso, y quedaba justo al lado del Edificio A, donde mi hermana estudiaba.
— ¿Qué haces aquí?— dijo una voz a mi espalda, ocasionando que diera un salto, completamente asustada—. Me sorprende que sigas viva, digo después de que desapareciste por completo y nos evitaste toda la semana.
— ¿Dalia?— pregunté al darme la vuelta y ver a la chica.
Lo único que me faltaba.
—Sí, ¿qué haces aquí?— insistió.
Sus ojos me escanearon, pero no era muy difícil adivinar lo que hacía yendo al teatro.
—No creo que sea de tu incumbencia.
—Tienes razón, Marian, no lo es— dijo acercándose, usando un tono de voz amenazador—, no es de mi incumbencia si vas a entrar a ese maldito lugar para poder estar a solas con Alexandra. Pero sabes lo que opina Jane, y aunque parece no importarte en lo absoluto, ella sigue siendo tu mejor amiga y merece enterarse por ti sobre lo que pasa.
Nueva semana, nuevos problemas.
—Hablaré con ella— dije sin dar más explicaciones.
Sus palabras me removieron un poco la consciencia, pero solo pude pensar en una sola cosa: «cargaré con todos los problemas pero por ahora, solo déjenme ser feliz».
—Bien— dijo antes de marcharse.
El camino hasta el escenario donde creí que me esperaba la chica, fue largo y lleno de tensión.
Solo deseaba sentirme segura de nuevo, y últimamente, solo podía sentirlo cuando estaba con ella.
Solamente con ella. Lo cual era algo... Aterrador.
— ¿A quién buscas?— dijo una voz, que reconocí de inmediato pero que no logré encontrar en la oscuridad.
Apenas escuché su voz todos los problemas se fueron de mi mente.
—A mi amante— respondí con burla—, quizá la conozcas: es de estatura baja, ojos color avellana, y tiene corte de honguito, pero sorprendentemente no es uno.
Busqué detrás del escenario y a los lados, pero no la encontré, volvió a hablar e intenté concentrarme en hallarla.
—Me suena familiar— la escuché decir—, quizá pueda ayudarte a encontrarla si tú me ayudas a buscar a alguien.
Sonreí negando con la cabeza. Los mechones oscuros de mi cabello se interpusieron en mi visión cuando di la media vuelta. Presentía que estaba en las butacas, pero no la veía.
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Nos vemos en las canciones ©
RomanceNO SE ACEPTAN ADAPTACIONES NI DE MIS FRASES, NI DE MIS PERSONAJES, NI DE LA HISTORIA EN SÍ. ESTA OBRA ESTÁ REGISTRADA, ASÍ QUE POR FAVOR NO GASTES TU TIEMPO ROBANDO IDEAS AJENAS. Amistad. Amistad es apoyar a una persona siempre, sin importar lo bue...