CAPÍTULO VII: Acción de Ami

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          Ami tenía la plena certeza al creer y ligeramente sospechar que El Presidente Miller tuvo relevancia intermediaria respecto a la fuga de El Mestizo. No tenía pruebas, sin embargo, y eso la hacía estar aún más impaciente de lo que ya estaba. Los medios de comunicación, con el apoyo del régimen Miller, impulsaron una distracción que no serviría más que para encubrir lo relacionado a Chalco; la prensa impulsó una cortina de humo, plagiando aquella estrategia empleada en los noventa, en pleno apogeo de la dictadura fujimorista: los diarios chicha.

"Expresidente Armas se divorcia por tercera vez y anda en saliditas con excongresista de su partido"

"Exmandatario resultó un galán"

"Armas: Es otra hermosa experiencia."

"Expresidente Lozada piensa publicar un libro"

"Chico reality involucrado en drogas y escándalo sexual"

"La Filósofa Peruana no niega postulación al congreso por segunda vez"

"A Nicolás Stefano lo involucran con su mejor amigo"

"Las noches perdidas de José Akum"

El Presidente Miller es esforzaba en hacer cuanta posibilidad haya estado en sus manos. Todo lo que haya estado a su alcance para persuadir en la opacidad relacionada a la búsqueda de El Mestizo. En la práctica, nuestro pobre Presidente se encontraba amenazado por este último desdichado, puesto que la complicidad con la empresa Solzinha no solo involucraba a Chalco, sino también a El Presidente, a quien, con todos los contactos y astucia recargada con rencor, Ami descubriría. Una similitud de lo narrado sucedió en el régimen fujimorista, en los noventa, donde los medios de comunicación, algunos canales de televisión y los principales diarios periodísticos, fueron manipulados a su antojo, con la morbosidad del amarillismo, donde las pantallas chicas no mostraban sino escándalos mediáticos, en los que se eludía por completo el poder que tenía y estaba ejerciendo sin límites el Estado: la violación a los derechos humanos, las esterilizaciones forzadas, los actos de corrupción exhibidas en los vladivideos, lo que provocaría la caída de un antipolítico, llegando, finalmente, luego de una década de gobierno absoluto, a su fin de luego del fraude protagonizado a tan solo esbozos del nuevo milenio.

Sin embargo, el predecesor gobierno al de Fujimori, es decir, la del expresidente Armas, había dejado al Perú en una crisis garrafal; la economía se encontraba pasando los suelos. Muchos, más adelante, manifestaron que su juventud y la poca experiencia fue lo que provocó al Perú irse al carajo. Pero ni aun así en las segundas elecciones presidenciales del nuevo milenio, los peruanos, tontos, idiotas, masoquistas, olvidadizos y demás adjetivos ofensivos, apostaron por él nuevamente, haciendo que tome posesión del gobierno por segunda vez, dejando en segundo lugar a Lozada, quien en su futuro gobierno no haría nada, siendo opacado por su mujer que, en lugar de parecer primer dama, parecía la mandataria de facto. Lo que no se esperó fue que el perdedor ante las elecciones de los noventa, El Resentido Político, nuestro Nobel de Literatura, un Grandioso Escritor, un Intelectual Peruano, quien apoyó a Lozada para evitar que ganase la Gringa, la nieta del dictador Velazco, diciendo que un descendiente de un dictador no debería llegar al poder y violar la democracia, quien había exhortado a todos los peruanos, saliendo por las pantallas de los televisores, con su ternito gris y camisa rosada, y una papada muy arrugada cayéndole sobre el cuello de su camisa, criticara a Lozada por las reuniones que tenía con Humberto del Águila, otro personaje que, a diferencia del resto, fue uno de los cuatro tenientes del ejercito venezolanos, que intentaron hacer un golpe de estado el 4 de febrero de 1992, casi dos meses antes del autogolpe que Fujimori realizó en el Perú.

Voces del rencorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora