CAPÍTULO IX: ¿Dónde está usted, Señor Presidente?

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          Como si hubiese sido todo poco, Ami fue a conversar con el legislativo, o también mal llamado, aunque no oficialmente, el Poder Turnerista. Entraba como si fuese su morada. Conversaba con algunos miembros del gabinete así ellos no hayan deseado, sin su prudente consentimiento. Fue hasta Puno, e hizo una conferencia, donde hizo comentarios en contra del gobierno de Miller. Dio una pequeña iniciativa entre los docentes, diciendo que es una miseria por parte del gobierno que se les pague muy poco, mintiendo que, si ella hubiese estado en el gobierno, lo primero que habría hecho era priorizar el sueldo de los maestros, ya que, sin ellos, la educación en el país sería nula.

Visto y escuchado esto, los dirigentes de distintas organizaciones del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú, no hicieron, para nada, caso omiso a los comentarios de La Gringa, la biperdedora de las elecciones presidenciales, e iniciaron una huelga que duraría hasta tres meses, haciendo que, por la pérdida de clases a inicios del año producto de los huaicos, los alumnos de distintas regiones del país perdieran el año escolar, algo que, por primera vez, sucedió en toda la historia del Perú.

Así como los profesores hicieron sus marchas, también, por otro lado, alumnos de distintas instituciones, obviamente públicas, porque los de las privadas no fueron afectados, salieron en protesta por las calles exigiendo a los docentes regresar a las aulas. ¿Qué exigían estos maestros si, lo primero que hacen al llegar al colegio, es simplemente firmar, poner su huella en un aparatito para registrar su asistencia, escribir en la pizarra y decir a sus alumnos "copien y estudien esto que va a venir en el examen"? Con el respeto que los trabajadores municipales se merecen, y su trabajo, dicho sea de paso, se manifestará lo siguiente: Aquellos trabajadores que madrugan, aquellos que, mientras dormimos luego de, tal vez, una jornada muy dura de trabajo, o, de hacer nada productivo, están despiertos por las calles, alzando bolsas de basura, con un fuerte hedor que emane de aquellas insoportables; aquellas personas que ganan mucho menos que un profesor, y que, deberían ganar mucho más que ellos, por hacer una fuerte labor, no hacían ningún tipo de reclamo, exigiendo un aumento de sueldo y, si en todo caso, lo hicieran, estarían en todo lo correcto. Si bien se hace una estricta comparación para ver quién suda la gota gorda, sabremos el obvio resultado. Pero lo más injusto es, prender la televisión, y ver esos programas en donde, gente promedio de veinte a veinticinco años, ganan mucho más que un profesional, por hacer el ridículo, por preguntarles cuestiones básicas de un niño de primaria y, para remate, por expresarse de este modo, no saber la simple respuesta a ellas.

—Maricielito, dime ahora qué se va a hacer—dijo El Presidente en una reunión privada en Palacio de Gobierno. —Estos indígenas...perdón, estos "disque indigentes" siguen haciendo huelga después de haber elevado su salario... ¿Qué podemos hacer ahora?

—La verdad no sé—dijo mostrando desinterés. —Usted verá si le aumenta más o no, presidente. Al fin y al cabo, yo voy a ganar lo mismo.

—Pero Maricielito, si te he puesto a ti en el cargo es para que justamente soluciones estos problemas...en el sector de educación.

—La solución la tiene usted, presidente Luis Ángel...

—Pero Maricielo, tú eres la que encabeza ese cargo. Si te he nombrado a ti es por la experiencia que tienes...

—Pero no sé, Miller...

—Mira, te estoy casi rogando...

—A ver, es que no sé sinceramente...ya se ha hecho de todo, y aun así no hacen caso...

—¿Crees que se debería subírseles más el salario? ¿Alcanzará el presupuesto? Creo que deberíamos hablar con la ministra de economía al respecto, ¿no te parece?

—Eso ya depende de usted. Ya se lo he dicho.

Miller se amargó.

—Voy a nombrar a otro ministro que sepa cómo controlar esto. No quiero a gente insignificante en mi gabinete.

Maricielo cambió de actitud. Quiso tratar de convencerlo, dar alternativas de solución, según ella, inteligentes y necesarias, pero que en realidad fueron tontas a El Presidente, y, con mucho pesar, hizo que Maricielo renuncie al cargo, sin aún saber a quién diablos nombrar como nuevo ministro de educación.

Ami Turner, La Gringa, La Resentida Política, La Perdedora de dos elecciones presidenciales seguidas, estaba acabando, de a poquito a poquito, con el gobierno de Miller. Cabe mencionar que, a Maricielo no le afectó en absoluto su forzada renuncia, pues recibía un sueldo mucho más remunerado del que recibía por parte del gobierno de Miller.

Maricielo fue la quinta ministra en salir del gabinete. El cuarto no será mencionado.

Voces del rencorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora