Capítulo 9

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A Percy y los demás no les iba bien.

Silena murió por el drakon y Clarisse furiosa lo mató para luego hacer retroceder al ejército y al fondo creyeron vislumbrar al dios del vacío en medio de esa carnicería.

Cronos saboreaba la victoria, con la llegada de Tifón los olímpicos intentaban repelerlo pero apenas podían hacerle nada y Dionisio junto a Hefesto habían sido noqueados por él.

Pero en ese momento apareció Ádeio.

El dios se apareció justo ante la cara del gigante tormenta cosa que no le inmutó a pesar de la fea cara del padre de los monstruos.

Pero incluso Tifón parecía afectado por el dios, pues emitió un grito que no era amenazador o de furia sino de miedo y horror cuando se dio cuenta de que miró los ojos negros del dios y no pudo evitarlo, demasiado tarde.

El gigante tormenta para sorpresa de todos los presentes empezó a autolesionarse sus golpes sonaban como terribles tambores que anunciaban el apocalipsis, se atravesó el tórax con sus descomunales garras. Ádeio agarró su cuchillo y de un tajo cortó lo que era una oreja del gigante para luego perforarle ambos ojos con su cadena haciéndola tan gruesa y grande como un portaaviones.

Los olímpicos miraban asombrados (y temerosos) lo que el dios le hacía a Tifón pero no perdieron el tiempo atacaron entre todos a Tifón, y Poseidón emergió con su ejército y con innumerables cadenas encadenaron al gigante y lo arrastraron aun túnel hacía el tártaro.

—¡No!—Cronos miraba incrédulo como vitoreaban en la imagen que convocó, el titán lleno de rabia la deshizo con su guadaña—No importa de todas formas yo gano la guerra—

—No lo creo Luke—Annabeth se acercó a Cronos—Lo prometiste una familia—

—¡¿Niña como te atreves?!—dijo furioso el titán y la golpeó enviándola al otro lado de la habitación.

—¡Annabeth!—Percy se precipitó hacía su amiga y Grover lo ayudó—¡Maldito!—

Fue a por Cronos y sus armas chocaron mientras Grover ayudaba a Annabeth. En ese momento apareció Ádeio, enrolló su cadena en la pierna de Cronos.

—Maldito bastardo—dijo con furia el titán y Ádeio le sonrió de forma horrible.

Percy aprovechando la distracción, con su espada desarmó a Cronos, el mismo movimiento que hizo en su primer entrenamiento con Luke en espada.

La guadaña acabó cerca del brasero y el fuego empezó a ponerlo al rojo vivo.

Cronos arrojó a Nakamura cuando el semidiós lo traicionó intentando apuñalarlo con su espada y cayendo por una grieta, en ese momento Ádeio mirando a Cronos con odio lanzó su cadena con púas envolviéndolo en un brazo mientras lo lanzaba al otro lado de la habitación.

Se levantó de los escombros aturdido y al ver a Annabeth avanzo hacía ella.

—Annabeth estás sangrando—

En ese momento empezó a Brillar.

—Percy mi cuchillo, una hoja maldita—

Y lo entendí contra mi propio juicio le entregué la daga a Luke quien se dio en su talón de Aquiles justo debajo de su brazo izquierdo.

Cuando la luz cegadora se fue Luke moribundo me hizo prometer que los dioses menores y los no reconocidos serían reconocidos por sus padres.

Luke murió y Annabeth no contuvo las lágrimas hasta Ádeio tenía una mirada inusual en sus ojos, suavidad y compasión.

El dios desapareció en el mismo instante en el que aparecieron los olímpicos suponía que era porque no quería encontrarse con ellos.

Pusieron a Luke en un sudario y Hermes se despidió de su hijo antes de que las Parcas se lo llevaran, todos fueron recompensados y Percy les pidió a los olímpicos que reconocieran a todos sus hijos y que los dioses menores tuvieran sus propias cabañas.

Lo más raro de todo fue que pusieron una cabaña para Ádeio, el dios jamás había tenido hijos que supieran pero en agradecimiento por su ayuda en la guerra le construyeron una. Era una cabaña inquietante, sus colores eran el gris ceniza y negro en las paredes había terribles escenas de muertes, dolor y tristeza algunas eran muy parecidas al cuadro del grito.

El interior era austero, solo camas y repisas lo necesario para poner tus objetos, no había lámparas ni ventanas se iluminaban con unas misteriosas esferas de luz muy tenues y de ellos salían lamentos y murmullos, parecía la música de fondo de esa cabaña.

A su alrededor había cenizas grises que rodeaba la cabaña nadie que no fuera un miembro de esa cabaña la podía traspasar, las cenizas pertenecían a personas que murieron en trágicas condiciones y su dolor y tristeza quedó en ellas. Uno de los símbolos de Ádeio eran las cenizas lo único que queda de alguien sabiendo que acabará en la nada y en el olvido dejando solo sus cenizas de un triste recordatorio.

Era sin duda la cabaña más espeluznante de todas más incluso que la de Hades y desde luego incluso más peligrosa que la de Hipnos, allí simplemente podías quedarte dormido durante unos días pero la veintiuna la del dios del vacío solo con acercarte unos metros a ella te afectaba negativamente, los que se acercaban acababan con una gran depresión y necesitaron estar en la fogata de Hestia para recuperarse.

No solo te llenaba de tristeza sino que te llenaba de emociones negativas hasta el punto de que querías literalmente suicidarte de hecho uno de los semidioses más jóvenes se acercó sin querer y más tarde lo descubrieron intentando cortarse las venas.

Por eso los que construyeron la cabaña fueron el propio Dionisio y esqueletos pero Nico no podía acercarse a menos de diez metros, las almas en pena eran de los pocos que no se veían afectados por ese lugar.

Los del campamento y los olímpicos pensaron que estaba loco cuando Percy la sugirió, pero para bien o para mal todos los dioses merecían una cabaña y Ádeio había contribuido en gran medida en la guerra.

La cabaña estaba en el lugar más alejado de todos colocaron una barrera alrededor para que ningún pobre incauto se acercara pero al menos de este modo contentarían al dios, de hecho se decía que Ádeio se paseaba por la noche en los alrededores o en la cabaña mismo cosa espeluznante.

Las dos mitades en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora