Capítulo 10

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Percy hablaba con Annabeth cerca del lago.

—Mira Annabeth lo que vi en el río Styx no fuiste tú, te visualicé como ancla pero apareció otra persona y aún estoy asimilándolo—

La chica asintió Annabeth también lo había notado, la atracción que sentían el uno por el otro fue desapareciendo desde lo ocurrido en el laberinto y lo que quedaba era una sana amistad.

—Lo sé Percy lo he notado pero para mí eres mi amigo y te apoyaré cuando quieras—

Percy sonrió a su amiga y ambos fueron a recoger sus cosas de sus cabañas para irse a sus casas, también les rondaba la profecía que recitó Rachel pero por ahora querían disfrutar de la paz, nunca se sabe cuando volvería a tenerla.


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En el Olimpo.

Ádeio se paseaba por las calles del Olimpo de noche, a esas horas no había muchos y los pocos que aún rondaban las calles se quitaban de su camino.

El dios estaba aún más extraño que de costumbre, su rostro estaba totalmente desprovisto de emociones como poseído, sus ojos ahora eran de un blanco puro y lo más extraño eran las lágrimas de sangre que derramaba por sus mejillas.

Se movía además de forma mecánica y lenta, como un sonámbulo, pero sin pararse como si tuviera un objetivo donde ir.

Finalmente se detuvo en un templo oscuro con estrellas y la vía láctea en él junto a la aurora boreal con imágenes de héroes haciendo grandes actos de valentía y padres sosteniendo asus hijos, el templo de Claus.

El dios de la tristeza y la desesperación se paró justo ante las puertas del templo, alzó una mano intentando abrirlas pero estaban mágicamente selladas, pero eso no pareció importar al dios pues empezó a golpear su cabeza contra las puertas hasta que se hizo una herida en la frente y salía icor.

Dentro del templo sentado en un sofá Claus bebía deuna copa de vino mientras al otro lado de las puertas de su templo Ádeio en trance intentaba entrar golpeándose a sí mismo contra la puerta.

Su mano tembló haciendo derramar un poco de vino, tentado estaba de taparse los oídos y no escuchar el ruido pero se abstuvo sabiendo que lo merecía y que no serviría de mucho porque intentara lo que intentara sería imposible ignorar la presencia del dios.

No era el único dios que atormentaba de esta manera pero si con más frecuencia, visitaba de estas formas aterradoras a otros dioses como Afrodita, Poseidón, Hefesto y sus hermanos Artemisa y Apolo.

Zeus y los otros dioses intentaban capturarlo cuando se presentaba en el Olimpo en ese estado pensando que sería más fácil cuando fue un grave error, cuando Ádeio estaba en este estado de trance su poder por alguna razón se multiplicaba de forma desproporcionada incapacitando al propio rey de los dioses.

En una ocasión Zeus se llenó de tanta tristeza que había perdido casi totalmente toda su energía y había envejecido cincuenta años, tardó en recuperarse incluso cuando Hestia ponía todos sus poderes para reconfortar a su hermano.

Por eso lo dejaban así ninguno de los Olímpicos iba a luchar contra él, Ádeio en realidad no atacaba a nadie solo iba a un lugar específico donde no le dejaban entrar y en ese estado no razonaba mucho solo se golpeaba la cabeza contra el lugar como un sonámbulo y luego se iba.

Hestia era la que tenía alguna inmunidad contra el dios debido a que sus poderes eran lo contrario a los de él y más cuando se convirtió en la guardiana de Elpis, la esperanza. La diosa se dedicaba a vigilar al dios cuando venía.

La verdad es que era aterrador y los dioses nunca lo admitirían, pero para ellos esas (visitas) eran una pesadilla.

No tenían ni idea de por qué hacía esto, tal vez era para atormentarlos pero parecía que ni el propio Ádeio lo sabía.

El dios pareció cansarse de golpear la puerta de Claus y simplemente se fue de allí hasta el templo de Apolo, en cuanto oyó ese familiar golpe y vio de quien se trataba el dios de la música se puso sus auriculares poniéndolos a todo volumen intentando ignorarlo de forma poco exitosa.

La presencia del dios les traía a todos malos recuerdos, recuerdos que querían ocultar en su mente.

Las dos mitades en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora