Cuentos de medianoche

𝕹𝖔𝖜 𝕴 𝖆𝖒 𝖙𝖍𝖊 𝖛𝖎𝖔𝖑𝖊𝖓𝖈𝖊

Era todo un banquete. Lo estaba disfrutando.
Le encantaba el sabor de la carne cruda.
Adoraba el sabor de la sangre.
Los gritos de agonía de sus víctimas eran su melodía favorita.

En un momento, la carne dejó de tener sabor, era como masticar chicle.

Ya no tenía hambre, tenía sed.

No podía ver, sus ojos estaban cubiertos con una seda blanca, como su ropa, ahora teñida de sangre.

Tomó de la sangre cuál humano tomaría agua.

Su sabor le remontaba aquellos tiempos en los que su padre se emborrachaba e iba a su habitación a castigarlo.

Los gritos le recordaban cuando infante.
Su padre había educado a un demonio para aparentar ser un ángel.
Le encantaba escuchar del dolor, le gustaba que pidieran ayuda, nadie los iría a buscar.

Es ciego, pero no es mudo, no es sordo.
Es silencioso, es veloz.
No es humano.

Solía bañarse con aquel líquido rojo, amaba que se extendiera, cubriendo todo a su paso.

Sus víctimas lo reconocen, recuerdan como si fuera ángel.

Ahora busca revancha.
Fue tratado como un animal, ahora es uno.
Es una bestia y está hambrienta.

Su blanca sonrisa y su voz reflejaban inocencia, ahora asusta.
Su rostro y su cabello reflejaban años de maldad.
Su cuerpo era un recuerdo de su niñez.
Marca sentencia.

Para finalizar el ritual sacó una daga, y cortó su piel.
De ésta brotó sangre.
Se reía, lloraba, gritaba y se lamentaba en silencio.

Jamás se disculparon, nadie le pidió perdón por lo ocurrido hace tantos años, no con el.

Ahora soy la violencia.
Soy tu pesadilla.
Yo soy tu muerte.

Me verás en sueños.
Iré por ti mientras duermas.
La luz del amanecer era lo último que verás.
El sentimiento de esperanza y sobrevivivencia será lo último que sientas.