Cuentos de medianoche

Entre pirámides y dioses

Aún recuerdo la voz de mi madre, su mirada, su perfume y el dolor que se reflejaba en sus ojos cuando fuimos seleccionados para servir a los dioses.

Una persona con dos dedos de frente pensaría que es un honor, claro, hasta que el Patrón de la muerte va a buscarte.

Lo que solía ser un hermoso lugar, hoy ya no.
Huele a sangre, a muerte, huele a miedo.

Los dioses nos observan y la muerte va tras nosotros, hoy puedo sentirla, puedo tocarla, puedo nombrarla.

¿Será que he sido castigado?
Madre, las pirámides se imponen cómo símbolo de fortaleza.
Deben caer.

Se que volverá de la muerte, que ellos se levantarán, se  que la muerte tomará el lugar que le corresponde.

Se alzará un nuevo orden desde las tinieblas, correrá sangre si alguien se interpone.

Me ha confiando en uno de los templos, protege lo que más quiere, o tal vez sea su presa.

Madre; Te extraño, si algún día no me ves, recuerda que seré siempre tu hijo.
Recuerda mi risa, recuerda mi inocencia.
Recuerda que soy yo el que sigue la sombra que destruirá los muros y las cuidades.

El sigue ahí, sigue suelto.
Se preparan para una guerra.
Despertó.

Mi corazón a sido castigado, siento que me lo han arrancado.
Sólo escucho su nombre.
Sólo vivo para servirle a el.

Se confunde con el color de la desolación en las noches del desierto egipcio.
¿Son noches para amar o para morir?

Los dioses te han descubierto, Dios sin templos, sin cultos.
¿Engañarás a tu corazón o me estás engañando a mi?.

Arranca mi corazón, te lo suplico, si no soy inocente que el Dios devorador acabe con mi tortura.
Si soy inocente permite que mi alma sea conducida al mundo de los muertos y prometo amarte con locura.

Estoy harto de llorar y de ver como el Nilo se lleva
mis lágrimas.
Estoy harto de estar enamorado de él.

Las deidades permanecerán en lo alto y se impondrán, caerá tu amada bandera y las criaturas de la guerra ganarán. 

Las estrellas guían a los soldados hacía la victoria y al enemigo hacía la derrota.

Se escribió la historia entre las paredes y he de irme, suplicó tu perdón antes de marcharme, no quiero robarte el corazón.

He estado encerrado, he visto la destrucción y las pirámides me impiden ver el sol.

Las noches de frío y de arena se convierten en noches cómodas y de amor.
¿Por que no permanecer juntos así toda la vida?.
Por que mi señor es un Dios, y yo soy su servidor.

Se que mi señores sabrán manejar su cólera, yo sabré manejar mi dolor.
Te lo pido por favor, no me sigas.
No sigas mis huellas en el desierto, no sigas mi aroma en las noches frías y dolorosas.

Olvida mi nombre, pero yo no podré olvidar el tuyo.
A tu lado las noches tenían color, tenían vida.
Hoy parecen que se marchitan y que mi alma vuela para no volver.

Cuando esto acabe y veas a mi madre en tus terrenos dile que siempre la he amado y extrañado, dile que su hijo está bien.