Abrí los ojos de golpe ante el ruido incesante del despertador. Los parpados me pesaban, la cabeza me daba vueltas y todo mi cuerpo estaba empapado en sudor.
En cuanto recordé lo que había sucedido durante la noche salí de un brinco de la cama al pensar en el peso que se había recostado a mi lado, sin embargo, sobre esta solo estaban las sabanas húmedas revueltas. ¿Por qué eso no me tranquilizaba?
Llevé una mano a mi garganta, estaba irritada, me dolía mucho, había gritado toda la noche en mi desesperación, o al menos eso traté pues recordé que en la oscuridad no podía escuchar mi voz, pero en ese momento podía escuchar mis propios jadeos consternados.
¿Qué fue lo que me había pasado?
¿Había sido otra pesadilla?
O quizás...
Un escalofrío aterrador recorrió todo mi cuerpo de la cabeza a los pies ante el pensamiento que vino a mi mente, una posibilidad que me hizo mirar discretamente, por el rabillo del ojo, hacia el mueble que estaba a mi derecha, el ropero. ¿Acaso podía ser posible?
Mis labios se separaron cuando pensé en llamar su nombre, pero si lo hacía significaría que creía en que había, aunque fuera una mínima posibilidad, que algo sucediera al hacerlo. Mis labios se sellaron, sin embargo, a pesar de tragar duro por los nervios, me armé de valor para plantarme frente a la puertas de madera oscura del mueble en el que se encontraba.
Al carajo, el propio suspenso que yo estaba creando me estaba exasperando así que sin más abrí las puertas de madera, encontrando ahí a mi muñeco, tal y como lo había dejado la noche anterior, con la vincha sobre sus parpados, la cual removí con sumo cuidado y cuando ví sus ojos cerrados me llené de una calma que me regresó el alma al cuerpo.
Apoyé la frente contra su pecho, a la altura donde estaba esa horrible cicatriz, y lo abracé con delicadeza, mientras me llenaba del dulce aroma que destilaba su suave piel dorada.
—Lo siento... —No tenía idea del porque me disculpaba más lo hice, muchísimas veces, y eso aligeró mi pecho de esa sensación afligida que lo había estado oprimiendo. —Creo que estoy perdiendo la cabeza... —Tomé su mano y la llevé hacia mi cabello, eso es lo que Aioros hubiera hecho, acariciar mi cabello para calmarme mientras me dedicaba palabras dulces y reconfortantes con esa bonita y suave voz suya que extrañaba tanto.
Suspiré con una sonrisa entristecida, no ganaba nada al pensar en lo que había perdido. Debía ser fuerte, por los dos...
—¿Qué te parece si cuando vuelva tomamos un baño caliente en la tina y te leo una de esas historias fantasiosas llenas de magia que tanto te gustan? —Obviamente no hubo respuesta de su parte, pero bien dicen por ahí que el que calla otorga. —Te veré mas tarde. —Y con un delicado beso en los labios me despedí para iniciar mi día.
Llegué al coliseo del Santuario en cuestión de minutos, donde teníamos que reunirnos desde temprano para comenzar el día con el entrenamiento habitual. Quería pasar entre todos con discreción, no quería que vieran las horribles ojeras que resaltaban con facilidad sobre mi pálido rostro, sin embargo, en cuanto uno de los soldados exclamó mi título comenzaron a lloverme alabanzas y halagos mientras yo buscaba un lugar apartado entre las gradas para sentarme.
"El Santo de Capricornio esto"
"El Santo de Capricornio lo otro"
Hacían demasiado ruido por tan poco y con lo poco que dormí hacían que me doliera la cabeza, quería terminar con todas mis obligaciones en cuanto antes para volver a casa y quería que todos me dejaran en paz.
—Te ves hecho una mierda.
Alcé la mirada para encontrarme con la sonrisa burlona que Deathmask, quien venía acompañado de Afrodita.
ESTÁS LEYENDO
Un pequeño pedazo de cielo / AiorosXShura /FINALIZADA
FanfictionShura descubre con horror lo que había sucedido en aquella fatídico noche en la que el Santuario fue traicionado por el caballero de Sagitario, sin embargo en un intento por seguir adelante decide adaptarse y construir un pequeño pedazo de cielo con...