—Shura...
La voz masculina que llamaba mi nombre era tenue, lo hacía con delicadeza, eran como caricias sutiles en mis oídos, tan hermosa como la voz de un ángel.
—Shuraaa...
Extendió la "a" de mi nombre. Lentamente mi cuerpo comenzó a flotar, como si esa voz me elevara en un suave arrullo, ¿cómo es que una voz puede transmitir calidez en medio de la oscuridad que envolvía mi cuerpo?
Lentamente la oscuridad comenzó a quedar atrás, la luz me envolvió con un brillo enceguecedor y de nuevo todo fue un caos a mi alrededor, hacía un frío que me tenía temblando, el cielo portaba una coloración de un gradiente entre rojo, morado y negro que me intimidaba con la fuerza de sus contantes rayos que lo surcaban poderosos para retumbar estruendosamente en puntos lejanos y las violentas ráfagas de aire que raspaban mi piel también despeinaban mí ya revoltoso cabello oscuro.
El estupor en mi rostro aumentó cuando reconocí los bonitos ojos aguamarinos que me observaban de cerca.
Una bella sonrisa se dibujó frente a mí.
—¡Sorpresa! —Exclamó emocionado Aioros con una radiante sonrisa que mostraba su perfecta dentadura y después me tomó del rostro. —¡Estás muerto!
Después de percatarme que estaba sobre sus muslos, que sirvieron como almohada para mi cabeza, me levanté de un brinco y me alejé de él lo que consideré suficiente, a unos 5 metros y me limité a ello únicamente porque no quería darle la espalda más tiempo.
Él se puso de pie con calma, ya no tenía motivos para seguir arrodillado contra el suelo que era árido, sin vida alguna y ni un poco de humedad.
—¡¿Qué está pasando?! —Demandé saber. De reojo miré un poco del entorno, parecía el escenario de una pesadilla.
Aioros sonrió levemente con simpleza. —Te dije que te traería conmigo para que estuviéramos juntos por siempre. Ahora podremos jugar a "la casita" juntos. —Extendió sus brazos, dándome a entender que ese horrible escenario sería nuestro nuevo hogar.
Tragué duro al comprender lo que implicaba eso. El maldito me había apuñalado, se había comido mi corazón y me había hecho otras cosas impensables. Llevé una mano a mi pecho, donde pude sentir los latidos irregularmente agitados de aquel órgano que había perdido. Mis ojos subieron para encontrarse con los suyos que me miraban con su característica ternura. —Entonces... —Palpé el resto de mi cuerpo por sobre mi ropa, estaba sucia, tiesa por la sangre seca y llena de agujeros en mi torso donde su flecha me había atravesado, podía sentir sobre la tela la piel cicatrizada de todas las heridas ocasionadas, en cambio el seguía usando su armadura de un oscuro morado. —¿Estamos muertos?
—No, ya no...
Esa respuesta no me hizo sentir más tranquilo.
Aioros comenzó a caminar hacia mí, la parte que aún me quedaba cuerda quería huir de él, sin embargo, cuando llegó me envolvió en un abrazo y no pude evitarlo, mi cuerpo se amoldó al suyo gracias a la calidez de su cuerpo, y de nuevo todo dejó de tener importancia, todo el daño que me había hecho salió por la ventana, yo solo me quería aferrar a él y lo hice, cedí ante mis propios deseos, mis brazos rodearon su espalda ancha, cerré los ojos, recargué mi cabeza contra su hombro y me dejé llevar por la tranquilidad del momento a pesar del extraño y lúgubre ambiente que nos envolvía. Estaba loco, si, pero locamente enamorado. Simplemente no lo podía evitar, no quería renunciar a él. ¿Cómo podría? Ese era mi lugar en el mundo, solo ahí me sentía tan pleno y lleno de dicha, él era mi paraíso, mi pequeño pedazo de cielo.
—Al menos tú no lo estás por el momento.
Sonreí con amargura ante ese comentario que arruinó nuestro bonito momento. Claro... Nosotros nunca teníamos nada fácil ni regalado.
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Un pequeño pedazo de cielo / AiorosXShura /FINALIZADA
FanfictionShura descubre con horror lo que había sucedido en aquella fatídico noche en la que el Santuario fue traicionado por el caballero de Sagitario, sin embargo en un intento por seguir adelante decide adaptarse y construir un pequeño pedazo de cielo con...