005.

1.7K 172 36
                                    

Era necesario que, de vez en cuando, el trabajo se pusiera lo suficiente lento para sentarme en mi oficina a disfrutar de la pura soledad que me encantaba; habiendo completado las tareas más importantes para el burdel (cuales constituían de buscar a candidatas) me hallé reclinado en la silla de mi despacho con el licor a mitad y el hielo derritiéndose a mi vista sobre el escritorio. Pero, sobre todo, ahí también se encontraba Hoseok.

De por sí, aquel hombre era peculiar, a pesar de que osaba llamarlo un compañero fiel siendo prueba suficiente que le había confiado una apertura en el burdel como mi socio. De todos modos, cabía en mi la duda en algunos casos, de que podía estar cometiendo algún error.

- Hyung, ¿qué ha pasado con aquella chica... la del pelo corto? -sobre todo, cuando decía cosas como aquellas, hervía en mi una molestia abismal ya que no me podía permitirme el lujo de levantarle la voz. En efecto, sólo me limité a observarle a través de mis pestañas inquiriendo en su pregunta, de manera que me dejó ver una amplia sonrisa que dejaba saber que la conversación no acabaría allí-. La vi entrando en tu oficina, es todo.

Incorporándome sobre mi asiento, carraspeé con disimulo mientras me estiraba al encuentro de mi bebida para así darle un corto sorbo que me permitió medir con qué rapidez se encontraba el hielo derritiéndose. Casi en contra de mi voluntad, el rostro de Soojin intervino en mi memoria con aquellos ojos tan enigmáticos como débiles, y rápidamente, sacudí el sentimiento de compasión que se asomó en mi persona.

- No es apta para este lugar -contesté de manera simple, observando cómo Hoseok se hacía atrás en su propio lugar imitando un tono pensativo con su garganta, como si no me creyese.

- Igual ahora tenemos chicas suficientes, ¿no? -algo en su tono de voz incrementó mi fastidio hacia su persona, puesto a que había dicho aquello como si estuviera escondiendo algo o, aún peor, supiese más que yo. Y aquél apocamiento de mi parte no lo podía permitir.

- ¿Qué hay de esa mujer que tienes ya tanto tiempo acechando? -la mueca llena de sorna en Hoseok se esfumó de inmediato, brindándome superioridad nuevamente en la conversación ya que, una vez la pregunta abandonó mi boca, volvió a incorporarse hacia delante, mostrándose defensivo de inmediato.

- No la estoy acechando, Hyung -su tono de voz imitó a la de un niño y no pude evitar reírme por lo bajo ante su reacción pues, realmente, me había parecido amena-. ¡Lo juro!

- Pues acércatele como una persona normal, ¿qué crees? -medir mis palabras no era cosa mía. A pesar de que, de vez en cuando, podía pasarme de directo y gruñón por más que dijese que estaba jugando. El porte de Hoseok se volvió tenso, y escudriñó mi rostro con una mueca herida tal vez buscando en mi una señal de que no lo decía en serio. Pero así era y, por más que no avergoncé de haber hablado de manera tan liberal, me supo amarga la forma en que me observó.

De todos modos, en mi no cabía una disculpa por más vacía que esta pudiera ser.

A diferencia de los demás, Hoseok no consumía su propia cosecha cuando del burdel se trataba. En efecto, se enfocaba en saciar su apetito sexual y social detrás de una pantalla en la cual mantenía cierto poder sobre chicas que sólo lo veían a través de una cámara. Ni Namjoon ni yo habíamos hecho espacio para llamar su atención sobre aquello, debido a lo peligroso que podía ser. Sin embargo, toda su vigilancia y esmero se había dirigido a una chica misteriosa cuyo nombre no nos había revelado y, para qué mentir, no era de mucha importancia para mi.

Luego de que la conversación y el ambiente cambiaran de rumbo volviéndose soso y poco entretenido, Hoseok se retiró de mi oficina. Y así como si su persona hubiese dado paso para que la presencia del timbre de mi celular se manifestara frente a mi, a un lado de la bebida sin terminar a la par del papeleo.

ALCOHOL | KIM SEOK JIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora