Lluvias de Silencio [En Curso]

LA MÚSICA NO TIENE LA CULPA

El sonido de la música me molesta, me estremece, me hace querer apagarla. Me hace pensar que no ha ocurrido nada cuando en realidad es mi alma quien ha sido destrozada.

La música no tiene la culpa, la culpa es de la persona que un infortunio incorrecto hizo sonar su melodía; en ese momento en que nadie quería oírla.

Es la música quien puede crear sentimientos de euforia si quien reina es la felicidad del corazón. Asimismo, las canciones tristes en momentos tristes en como una autolesión. Es como la causa y el efecto masoquista por el que siempre estás esperando. Pero aún así, sigues pensando que es lo más lógico, que lo mejor que podemos hacer es cantar y bailar en cada ritmo armónico.

Por más que intento pensar, no logro descubrir el enigma.

-¿Por qué oyes canciones alegres cuando estás triste?

Es para olvidar lo ocurrido, lo pasado.

Es una respuesta que carece de sentido, por eso me derrumba y me desgarra. Porque el pasado no se puede olvidar, tampoco puedes olvidar tu presente. Debería solo hacer frente a la realidad, sin tener que poner a la música en medio de fatídicos sentimientos.

La música no tiene la culpa, culpable es quién la escucha para discimular su amargura y dolor, para sentirse mejor consigo mismo.

Toda esta melodía críptica es una razón más para alejarme de la dualidad y volver al tema tabú del que nadie quiere hablar.

Cada nota me hace pensar en estos sentimientos circunstanciales que pintan de negro todo el entorno. Las flores que antes eran rosas, ahora se marchitan, se ahogan, en un mar de grafito.

Aún no comprendo cómo alguien puede hacer oídos sordos. Cómo es que prefiere escuchar ese espantoso ruido blanco solo por dejar de escuchar el latido de su corazón. Y es ahí, cuando la música por primera vez se convierte en un ruido, sí, en el ruido blanco que cubre cada pena y dolor, cada cicatriz, cada error...

Aún así, la música seguirá sonando y desgarrando este vacío que siento por dentro, pero la música no tiene la culpa, la culpa es de quien la escucha en el momento equivocado.