"La cárcel"

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Capítulo 9        
                                                              
Richard
Dos años de cárcel, parece una eternidad. El abogado me dijo que si cumplía la mitad de la condena, y había tenido una buena conducta se me concedería el otro año en libertad condicional. Todo depende de mí.

En este momento estoy siendo transportado a una cárcel de nuevo tipo. Se trata de la prisión de Berwyn, ubicada al norte de Gales. En esta ya no se ve la típica imagen de los reclusos asomados en la ventana de la prisión con los brazos colgando entre los barrotes pues en su lugar hay ventanas de vidrio templado y conductos de ventilación.

También puedo tener mi celular para llamar a mi familia en los horarios establecidos, y todas estas llamadas serán grabadas y archivadas. Además puedo tener acceso a mi ordenador portátil, no puedo tener Internet, pero si utilizarlo para ordenar mi calendario de visitas y pedir las comidas para la semana. Podré recibir visitas y tendré permiso para colocar fotografías en las paredes de la celda lo cuál antes estaba prohibido.

Al llegar hicimos todo lo establecido, tal y como sale en las películas, luego me dieron la ropa que debía usar y me llevaron a mi celda. Era horrible, no sabía cómo iba a aguantar todo ese tiempo ahí. Creo que esto era lo peor que me iba a pasar en la vida.

Luego de un rato de estar allí, indicaron que era la hora de almuerzo y nos llevaron al comedor. Cogí una bandeja y me puse en la fila para que me sirvieran.

-¿Eres nuevo verdad?- Dijo un hombre detrás de mí.

Di media vuelta, para verlo. Era alto, rubio, de ojos claros, fuerte, incluso más que yo, y con una mirada de superioridad. Tenía un tatuaje en el brazo derecho, no podía definir bien que era, pero parecían las iniciales de un nombre, o algo así. 
 
-Si- Dije con voz firme.

-¿Y qué hiciste para estar aquí? Con ese aspecto de riquillo que no mata una mosca- Dijo él de forma burlona.

-Maté a una persona.- Le dije bajando la cabeza. 

Aquel hombre comenzó a reírse a carcajadas, salió de la fila, se paró encima de una mesa llamando la atención de todos.

-¡Oigan todos! ¡Dice el riquillo que mató a una persona!- Dijo apuntando hacia mí.

En ese momento todos comenzaron a reírse. Se estaban burlando de mí. No aguanté. Tiré la bandeja al suelo y me subí en la mesa. Iba a estampar mi puño en su cara pero él fue más rápido que yo y logró detener el golpe.

-¡Pelea! ¡Pelea!- Gritaban todos al unísono alzando sus bandejas.   

Trató de golpearme pero vinieron dos oficiales, nos bajaron de la mesa, y pusieron orden en aquel infierno. Ya había empezado mal, esto no iba a ser tan fácil. Debía estar un año aquí con buena conducta, pero creo que es prácticamente imposible. 

-¡No sabes con quién te metiste!- Me dijo el hombre apartado de mí por el oficial.

No puedo negar que sentí un escalofrió en ese momento. ¿Quién será ese hombre? Parece peligroso. No llevo una hora aquí y ya estoy en problemas.

Me sentaron en una mesa solo, podía ver como todos me miraban y hablaban seguramente mal de mí. Trajeron una bandeja, la cual tenía puré de patatas y una ensalada que no tenía muy buen aspecto, de hecho, nada tenía buen aspecto, a veces se me olvidaba que estaba en una cárcel, y no en un hotel cinco estrellas. Hasta el agua sabía extraña, de seguro era agua del grifo.

Luego de unos minutos dándole vueltas a la comida, si es que se podía llamar así, se sienta un hombre a mi lado. Debía tener unos treinta años, era de pelo castaño y ojos negros, no era muy alto y en el cuello tenía un tatuaje de un dragón.

Enamorados en Inglaterra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora