Capítulo 11
Richard
No puedo seguir con esta ansiedad. Casi no duermo. Tengo que vigilar todo el tiempo, por si conspiran contra mí.Yo no le hice nada. Él fue el que empezó. Solo me defendí. Son cosas que nunca voy a entender. Pero parece que esa es la vida del maleante.
Tengo que hacer algo.
-¡Alex, despierta!- Le dije susurrando.
-¿Qué quieres? ¿Acaso no sabes que son las dos de la mañana?- Dijo molesto.
-Lo sé, pero necesito tu ayuda.
-¡Siempre!- Afirmó torciendo los ojos.
-Necesito que armemos un plan para que "La Bala" me deje en paz- Empecé a hablar ignorando lo que me había dicho.
Alex comenzó a reír a carcajadas, como si le hubiera hecho un chiste y de los buenos, pues nunca le había visto ni tan siquiera una sonrisa.
-¿De qué te ríes?- Pregunté ofendido.
-De la tontería que has dicho.
-¿Qué tontería? ¡Hablo en serio!
-Yo también- Afirmó aún riéndose.
Hubo una pausa. No dije nada, ni él tampoco. En mi rostro reflejaba la molestia que me causaba su risa por lo que había dicho. En verdad lo necesitaba, no era un juego, ni un capricho.
Cuando terminó de burlarse fue que se dignó a argumentar el por qué de su molesta risa.
-¿De verdad piensas que con un vil plan vas a lograr que te deje en paz? No creo que tengas mucha experiencia con maleantes, y mucho menos con uno como Daniel. Así que mejor duerme, o no, como quieras. Pero a mí no me molestes con tonterías.
Dicho esto se acostó y tapó su cabeza para que no le interrumpiera sus horas de sueño.
¿Qué iba a hacer? Solo no podía conseguir nada. Tenía claro que si Alex no me ayudaba era una batalla perdida.
Me tiré de espaldas en aquel camastro haciendo un poco de ruido, pero Alex ni sé inmutó.
De repente apareció Kate en mis pensamientos. Ella era una de las principales razones por la que debía salir de aquí. Quería estar con ella. Nos habíamos enamorado.
Aunque muchos no lo entiendan, simplemente nos amamos. Sin prometernos días perfectos, ni la eternidad. Haciéndonos enojar mutuamente y queriéndonos matar de vez en cuando. Pero queriéndonos siempre y enamorándonos cada día sobre todas las cosas, siendo nosotros mismos. Con nuestros defectos incontenibles, cursilerías y locuras momentáneas.
Eso éramos nosotros. Estrellas que formaban una constelación perfecta.
El tiempo se me pasó pensando, quizás más de lo que debía pero era imposible no hacerlo. Muchas veces sentía que me ahogaba en un mar de frustraciones y desventuras, pero sabía que rendirme no era una opción.
Luego de un largo rato dándole vueltas al mismo asunto, el sueño me venció. Llevaba demasiadas horas sin dormir. Hasta que luego de tanto luchar contra mis ojos que se cerraban por sí solos, me quedé dormido.
**************
-¡Hey! ¡Se supone que así te cuidas la espalda!- Gritó Alex haciéndome saltar en la cama del susto.
-¿Y esto se supone que es una venganza por despertarte por la madrugada, cierto?- Dije con los ojos entreabiertos.
-No se me había ocurrido. Tal vez para la próxima- Dijo en un tono burlón.
ESTÁS LEYENDO
Enamorados en Inglaterra
RomancePrólogo Ella se enamoró de él desde el primer instante. Él la amó como nunca había amado a nadie. Sus vidas tomaron rumbos diferentes desde el momento en que la cárcel intercedió en su relación. Ella tuvo que aprender a cortar el hilo rojo y per...