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—¿Qué tiene? —quise soltar la mano de Clint para lanzarme sobre el hombre delante de mí

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—¿Qué tiene? —quise soltar la mano de Clint para lanzarme sobre el hombre delante de mí. Estaba nervioso, asustado y mi omega me pedía sacarle como sea las palabras, pero el tipo parecía moverse en cámara lenta —¿QUÉ TIENE? ¡Dígame que tiene! ¡Dígame que está bien! —Clint no permitió que me apartara de su lado, al contrario, su brazo libre rodeó mi cintura y me mantuvo ahí, completamente quieto, impidiendo que me volviera loco.

El doctor le dio una última mirada al aparato y después lo apagó, observándonos.

—Lo siento —se inclinó hacia atrás, ganando algo de distancia apenas sus fosas nasales se movieron y captó el aroma de mis nervios o deseos de sacarle las palabras a golpes —Quería comprobar nuevamente... Que no puedo verlo.

—¿Al bebé? ¿No puede ver al bebé?

—No es eso, el bebé está ahí.

—¿Entonces? —continuó Clint.

Hundí mi rostro en su cuello, llenándome de su aroma, inspirando tan profundamente como podía, solo para embriagarme con su olor. Clint era mi pilar cuando yo no podía ser el suyo y lo mismo pasaba cuando él me necesitaba, como una mutua defensa.

Me gustaba eso y me gustaba también saber que mi bebé estaba ahí. Llevé mi mano a mi vientre, acariciándolo por instinto propio. Mi bebé está ahí, oí que mi omega ronroneaba, mucho más tranquilo,

—Es muy pequeño aún, tendrá unas tres semanas y un poco más, además, como aún es tan diminuto, en el caso de un golpe cualquiera, es el cuerpo del omega el que lo protege. Sé que suelen ser muy frágiles, pero eso no impide que el vientre les sirva de armazón.

—¿Y si no fue un golpe cualquiera?

Murmuré, sin dejar de esconder mi rostro en el espacio entre el cuello y el hombro de Clint, sintiendo la tensión en los músculos de mi alfa debido a mi pregunta.

—¿Qué? —cuestionó el médico.

—Quiero saber si existe, aunque sea mínima... La posibilidad de que mi bebé no esté bien debido al golpe.

—Bueno —el doctor se tomó su tiempo nuevamente y sentí su mirada interrogante, pero ni Clint ni yo dijimos nada —Es bastante improbable, tiene que tratarse de una agresión física directo a la zona y con toda la intención de hacer daño, ya sabe, un puñetazo o una patada.

—Un golpe de alfa... O beta —susurró Clint y oí a su alfa rugir.

Dejé un pequeño beso en su cuello, mientras mi propio omega ronroneaba, deseando tranquilizar a su pareja.

—Solo un alfa o un beta demasiado enojado podría hacerlo —confirmó el médico —Pero podemos asegurarnos completamente de que no presente ninguna anomalía física o mental cuando nazca y durante sus primeras semanas.

Entonces encendió su celular y nos mostró la captura, una bolita negra a un lado de todas las rayas negras y blancas.

—Entonces ¿No puede saber si está bien?

The Perfect Omega┇HawksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora