Prólogo

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15 de septiembre de 2012

Secuestro...

Si, supongo que esa no es la mejor manera para comenzar una historia, pero ahí estaba yo, con cadenas en las muñecas que se conectaban a una extraña barra en el techo, si, como un cerdo en una carnicería. Hace unas semanas corriendo por un parque que quedaba a unas calles de mi casa, un hombre de unos 50 años comenzó a ahogarse con un café en un banco a unos metros de donde yo estaba corriendo y decidí ayudarlo... si, una MUY mala decisión... El hombre al verme murmuro que me conocía y lo último que recuerdo es haber sentido un pinchazo en el cuello y ahora estaba aquí, en una clase de sótano entre cucarachas y ratones con una loca de mierda que dice que "quiere doblegar mi actitud retadora", ¡JA! Idiota, me tendrán años aquí entonces.

Pero hace supongo que dos días un hombre rubio bastante bajo de estatura me dijo que me conocía de hace mucho y que me ayudaría a salir de aquí. Pero dijo algo que logro descolocarme por completo.

- Eres muy valiente, desde que te levantaste como si nada de ese accidente lo supe.

Juro que mi corazón dejo de latir en ese momento.

- ¿C-como sabe eso? ¿Quién es usted?

- Pronto lo sabrás querida Leila.

Y así fue como empezó esta maraña de secretos, mentiras y traiciones... porque todos tenemos secretos ¿no?

Prometemelo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora