Capitulo IV: Nada Es Lo Que Parece

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La vida es corta pero el sufrimiento a causa de un corazón traicionado es eterno.

Leila Queen

07 de enero de 2019

Desperté en un lugar oscuro...

Sobre una cama que se veía bastante improvisada...

¿Qué demonios estaba sucediendo y donde estaba?

Me levanté lo más rápido que pude, pero un dolor punzante en la pierna fue lo único que recibí a cambio.

¿Qué demonios estaba sucediendo, por qué estoy aquí?

Pero lo más importante, ¿dónde era aquí? Decidí tantear las paredes para encontrar cualquier vestigio de puerta y logré encontrar una especie de ¿barrotes? Así que estaba en una celda... Necesitaba recordar que fue lo último que había sucedido y porque estaba aquí, pero nada llegó a mi mente.

Lo cierto es que el último recuerdo que tengo es de hace una semana cuando venía con mi padre de la jefatura de policía por una pequeña pista que teníamos acerca de la desaparición de Clarisse, lo cierto es que yo creía que mi mejor amiga ya estaba muerta, ya que desde aquella noche en la que recibí esa caja negra en la puerta de mi casa no habían vuelto a pasar incidentes y todo se había sumergido en un oscuro y total silencio que me había mantenido inquieta hasta hace una semana, cuando nos llamaron a mi padre y a mí por una fotografía que alguien había dejado en la entrada de la jefatura de policía.

Así que eso era lo último que recordaba y en relación a Dargan, solo sabía que había desaparecido misteriosamente luego de nuestro pequeño encuentro ese mismo día, como siempre tenía muchísimo tiempo que no sabía nada de él.

Di dos pasos hacia atrás cuando escuché que alguien se acercaba y abría la celda.

- Querida Leila, eres tan hermosa y por eso es una lástima verte en una situación tan precaria, ¿recuerdas algo de lo que sucedió?

- Conozco tu voz, la he oído antes... - Digo casi en un susurro.

- Ya me has oído alguna vez, eso te lo aseguro, ¿quieres saber quién soy y por qué estás aquí? Entonces corre.

- ¿Qué?

- ¡Corre preciosa o voy a atraparte!

Podría jurar que su voz se contorsiono por unos instantes, pero aún con el miedo en mi garganta dije:

- ¿A dónde? Esto es una celda - juré que no escucharía una respuesta hasta que escuche una voz juguetona.

- 1... ¡corre!, 2... ¡Voy a atraparte!, 3...

Y comencé a correr, di vueltas en la celda hasta encontrar la salida y cuando lo hice corrí y corrí sin detenerme, como si la vida me fuera en ello, mientras corría me di cuenta que sólo había una celda era la mía ya que me chocaba con los muros del pasillo y no escuchaba

nadie más en ese lugar, solo la voz del hombre que me cazaba y me gritaba con esa voz tenebrosa que corriera.

Las lágrimas empezaron a amenazar con salir de mis ojos, ¿qué estaba pasando? Pero no me dio tiempo de dar otro paso más cuando alguien puso un brazo sobre mi cabeza y un disparo sonó en la estancia.

¿...Pero qué carajos?

- ¿Estás bien?

- ¿Dargan?

- Salgamos de aquí pequeña...

No pude evitar correr a abrazarlo para comenzar a llorar en su pecho, tenía tantas preguntas, pero no quería hacerlas ahora, solo quería salir de ese horrible lugar.

Dargan se agachó y me tomó de las rodillas cargándome como si de un saco de papas se tratase. ¿Conocía el lugar?

Pasaron unos 5 minutos o 10 la verdad no tenía ni idea, antes de que Dargan abriera una puerta parecida a la de una cabaña, no pude inspeccionar mucho el lugar, pero por lo poco que vi supuse que estábamos en una clase de sótano que fue ampliado justo para hacer atrocidades, no podía parar de preguntarme cuantas personas más habían estado en mi situación y no habían obtenido la misma ayuda que yo.

Dargan me bajó de su hombro cuando salimos del lugar y pude ver que estaba a los adentros de un bosque, la cabaña «que era bastante pequeña» parecía haber estado abandonada desde años porque estaba carcomida por la naturaleza.

- ¿Cómo pudiste encontrarme? Pensé que moriría en ese lugar, ¿quién era ese hombre y porque quería matarme?

- Demasiadas preguntas preciosa, ¿Por qué no empiezas a correr de una vez?

- ¿Qué, Dargan de qué demonios estas hablan-

- Corre.

- Tú no eres Dargan... ¿no es así?

- Eso es lo que más me gusta de ti preciosa, eres más que una cara bonita... ahora corre.

Y corrí, de nuevo como si la vida me fuera en ello, ¿qué carajos estaba pasando? ¿Por qué ese hombre se parecía tanto a Dargan? Pero no era el, el Dargan que yo conocía estaba loco, pero era incapaz de hacerme daño. Paré de pensar y de correr cuando sentí como se rasgaba mi piel ¿Qué demo...

Otra cortada.

Y otra...

Y otra...

No podía escapar, no sabía cómo, el bosque era muy espeso y sabía que nadie iba a venir a ayudarme y yo estaba en el suelo desangrándome, sabía que iba morir estaba segura de que era mi final.

- ¿Crees que yo planeé esto preciosa? Nah, tu querido noviecito es mucho más ingenioso que yo para estas cosas.

- Dar- Dargan jamás me haría daño... - logré decir a pesar de estar ahogándome en mi propia sangre.

- Leila, Leila, ¿no has aprendido nada estos años? Te traicionó y lo ha hecho muchísimas veces ya, acéptalo y muere tranquila.

- Yo no... Yo no moriré hoy, pero tú sí.

Y sin más lo apuñale, tantas veces que no podría contarlas, con tanta ira que me desconocí a mí misma, ¿de verdad me había traicionado, no... Él no era así ¿o sí?

Fue ahí cuando recordé una frase que me dijo mi madre hace mucho tiempo "La vida es corta pero el sufrimiento a causa de un corazón traicionado es eterno."

Iba a asesinarlo o a quien fuera que le había hecho daño, estaba muy segura de que Dargan no había hecho esto por gusto propio y que algo le había sucedido, pero ¿qué?

Sin poder seguir apuñalando a aquel hombre, me levante, camine unos minutos hasta que llegué a una carretera, no pasaban autos, pero pasaría uno en algún momento, así que sin más me deje ir, alguien vendría a ayudarme y con ese pensamiento en mi cabeza me desmayé...

Prometemelo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora