Capitulo III: El inicio

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Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño

Edgar Allan Poe

Irak – 03 de abril, hace 11 años.

Dargan

Jodida milicia.

Eso era lo que me había llevado a este momento, la maldita necesidad de impresionar a mi padre. Pero aquí estaba yo, un imbécil a quien habían noqueado con un rifle por haberme distraído cinco jodidos segundos.

No sabía muy bien donde estaba o hacia donde me llevaban, pero si sabía quiénes estaban detrás de esto, había estudiado a estas personas por años y había tratado de mantener todo el tema fuera del alcance de Leila.

Querida... Leila.

No pude evitar pensar que todo lo que sucedió hace un año era culpa mía y solo de mía. Lo sucedido en Los Ángeles nos había llenado de mierda hasta el cuello. Mientras caminaba con un rifle apuntando a mi cabeza no pude evitar pensar que planeé toda esta mierda hace años y debo hacer que funcione así me lleve la jodida vida en ello, pero Leila no puede salir afectada, así lo planeé y así se llevara a cabo.

Si tan solo hubiera mantenido sus lindas manos fuera de esto, nada de esta mierda estuviera sucediendo.

Un golpe seco contra mi mejilla me saco de mi estúpida distracción así que escupí la sangre que se había acumulado en mi boca por el golpe y levante mi mirada hacia el hijo de puta que me había golpeado, no pude evitar esbozar una sonrisa sádica "Edward Alexander Gold" podría recitar el expediente de este pobre idiota todo el día "ex militar americano, 57 años, luego de su retiro en la milicia el hijo de puta se convirtió en un narcotraficante y un violador repugnante, de todos en este jodido almacén era el que más tenía ganas de asesinar.

El almacén donde me habían traído tenia paredes de un asqueroso color mostaza y abundaban cajas de madera donde seguramente rebosaba la cocaína – Narcos de mierda – pensé antes de devolver mi mirada a Edward y joder hubiera preferido no haberlo hecho, el viejo llevaba una cicatriz en la cara que le había vaciado el ojo.

- Dargan Maximillian Gold, 18 años, con 4 años de entrenamiento militar, un estratega y un experto en armas y combate, lástima que este expediente también diga que tienes tendencias psicópatas y que eres un impulsivo y un asesino a sangre fría de lo contrario serías un buen candidato entre mis filas.

- Hola papá -respondí con una sonrisa sádica que sabía que le repugnaba-.

- No puedo dejar de pensar Dargan en lo mucho que has manchado nuestro apellido y todo por una ¿mujer?

- Me alisté al ejército, ¿no era eso lo que querías? -digo y no puedo evitar el vestigio de desdén que acompañan mis palabras -.

Un jodido golpe contra mi mejilla me hace girar la cabeza de una manera brusca y vuelvo a escupir la sangre acumulada en mi boca gracias al golpe.

- Eres una jodida vergüenza para nuestro legado.

- Ya te dije, puedes torturarme por siglos, pero a ella déjala fuera de esto.

- ¡Oh, es que ahora eres el héroe!, ¿no eras tú querido hijo el que pasaba sus noches en vela pensandola? ¿no eras tú quien la seguía y planeaba su destrucción?, querido hijo siempre has asegurado que podrías salvarla de toda la mierda que tú mismo creaste y no estoy realmente seguro si mi gente y los millones de enemigos que tienes tengan la culpa de todo esto, porque tú lo planeaste.

- Lo que planee no debió traer a Leila consigo y lo sabes.

- ¡Pero lo hizo! Y ahora ella corre peligro y siempre lo hará si eres tu quien va de su mano y por eso te pregunto imbécil ¿eres tu su salvación o su perdición?

Debía mejorar mis planes, debía jugar bien mi mano, debía corromper a todas esas personas pero ella no debería salir herida, se lo prometí y dios como hubiera deseado haber cumplido esa promesa.

El año siguiente le daré inicio a mi ajedrez, perfeccionare mis planes hasta que todo sea perfecto, mi venganza se llevará a cabo y Leila será la reina, nadie va a tocarla mientras yo siga con vida.

La cosa aquí es que, nadie puede tocarla ¿pero yo? estoy seguro que acabare con ella y quizás no de una buena manera.

Prometemelo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora