Capitulo V : ¿Tu eres?

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Cuando sientes el último aliento que sale de la mujer, te fijas en sus ojos.

Ted Bundy.

¿Dargan Gold?

Maldita mujer.

Cuando me advirtió que era dura de roer, no pensé que hablará tan en serio. Regresar a casa después de que Leila me apuñalara tal cual pedazo de carne no fue fácil.

Por lo que estaba de un humor de mierda como para llegar y encontrarme con que mi muñeca de nuevo había asesinado a alguien. -Muñeca me gustaba llamarle de ese modo, ella era tal cual como una-.

No estoy para limpiar sus jodidos desastres. Dijo una voz dentro de mi cabeza.

Lo cierto es que estos últimos meses muñeca sólo me ha dado dolor de huevos y si no fuera por lo bien que me la follo ya hubiera acabado con ella.

Al entrar no pude evitar tener arcadas ante el olor putrefacto que inundaba la estancia, ¿qué carajos? ¿Había traído un cadáver aquí para satisfacer sus fetiches de mierda o qué?

Escuché mi nombre a la lejanía, pero no pudo darme más igual, así que subí a mi habitación y me tiré en la cama como pude, empezaba a quedarme dormido cuando ella entró.

- No sé qué carajos estás haciendo allí abajo, pero deshazte ya mismo de lo que sea que desprenda ese jodido olor... Por dios -digo exigente.

- Era el cadáver de un perro, lo traje aquí para hacer nuestra próxima movida.

- ¿Te estás volviendo loca o sólo estás siendo descuidada?

- ¿Me lo dices a mí? Mierda mírate - el tono de burla con el que pronunció mi nombre no hizo más que agotarme la poca paciencia que me quedaba.

Me puse de pie y la tomé de la cara pegándola de un golpe seco contra la pared, apretándole las mejillas lo suficiente como para que le doliera.

- Como vuelvas a burlarte de mí serás tú la que termine asfixiada con un maldito hueso de perro en la garganta ¿entendiste?

Ella no habló, solo asintió, pero eso no me fue suficiente, nunca lo era. Necesita desestresarme y quien más que ella.

- Arrodíllate - dije con tono autoritario.

Ella comenzó a lloriquear.

- ¡No! ya no vuelvo a faltarte el respeto ¿sí? Iré a terminar lo que estaba haciendo - Suplicó y no pude evitar sentir lástima por ella.

- Te dije que te arrodillaras.

La empuje de manera que cayera sobre sus rodillas.

- Baja la cremallera del pantalón - Exigí.

Ella obedeció, así que puse el pulgar en su barbilla en un gesto para que me mirará.

- Buena chica - dije mientras con el pulgar le daba una suave caricia en la barbilla.

- ¿Quieres que lo haga? - preguntó y noto cómo intenta disimular su gesto ansioso, ese era uno de sus fetiches, comportarse como una víctima de algo atroz para que alguien como yo la dominará o la obligará.

- Hazlo.

Ella bajó mi pantalón y el bóxer de un solo golpe, dejando mi erección al aire, lamió su mano y comenzó a masturbarme para luego metérsela a la boca.

Lo cierto es que no logro entender en qué momento ella desarrolló esta extraña obsesión por mí, yo no la estoy obligando a quedarse y aun así ella no quiere despegarse de mi jodido lado, suele ser como un maldito chicle en el zapato.

Al terminar, arreglo mi pantalón y tomo una mascarilla gracias al olor a carne podrida proveniente del sótano, pasó por la cocina y tomo una charola poniendo en ella pan, agua y galletas y con eso me dirijo al sótano. Al llegar debo pasar por dos puertas, la primera de barrotes y la segunda de madera. He de aceptar que la he extraño, lo suficiente como para venir a dañarla otro rato, no sé en qué momento mi mente se pudrió tanto, pero ella tenía viviendo a mi lado 3 años y jamás iba a salir de aquí, eso estaba claro.

- Te traje comida ángel

- No me digas así.

- Vamos... Algún día tenemos que llevarnos bien, no saldrás de aquí jamás.

- ¡Estas enfermo!

- Dios mío ángel, ¿a qué se debe tanta hostilidad? -pregunto con condescendencia.

- Me has tenido aquí tres años, ¡TRES PUTOS AÑOS!

- Y los que faltan querido ángel y los que faltan...

Pongo la charola frente a ella.

- Come, te hará falta.

- ¿Falta para qué?

- Para lo que viene ángel, he decido darte una oportunidad, si eres lo suficientemente lista, ¡tal vez y solo tal vez puedas escapar!

Ella no dice nada, pero por su gesto de intriga y emoción sé que me ha creído.

Salgo de su celda y camino unos metros a mi izquierda, para encontrarme con la de Cinna ¡ayyy Cinnamon querida y dulce Cina, ha llegado tu hora pequeña! Supongo que Leila va a extrañarte ¿No es así?

Entró a su celda, o más bien habitación, podré ser un asesino, pero al menos soy un caballero, así que como a mi dulce Cinna no le quedaba mucho tiempo de vida decidí darle unas cuantas comodidades.

Cinna a diferencia de ángel y Lucy contaba con baño propio y televisión propia, hace un año ella me había pedido ilusionada una estantería con sus libros favoritos y yo como buen asesino no podía negarme. Así que allí estaba ella, sentada en una esquina con su libro de "Harry Potter y el prisionero de Azkaban" en las manos, no importa cuántas veces lo leyera porque seguía amándolo como el día en que se lo regalé.

Me puse de rodillas frente a ella y le revolví el cabello, Cinna solo tenía 14 años, a mis ojos era una niña y era adorable, una lástima que la vida le haya dado un destino tan cruel.

- ¿Es hora no es cierto?

Yo solo asentí, no me atrevía a decirle nada, yo no le hago daño a niñas como ella.

- ¿Harás que paguen por esto no es así? - dijo Cinna y no pude evitar notar el terror que acompañaba sus palabras.

- Si Cinna, lo siento tanto...

Cinna se lanzó en mis brazos llorando y nos quedamos así por un par de minutos.

- Hazlo rápido ¿sí?

- Bien.

Sin esperar más me puse detrás de ella y dándole un beso en la coronilla y diciendo que lo sentía corte su cuello.

No sé cuánto tiempo estuve arrodillado junto al cuerpo de Cinna viendo como su cabello castaño largo se teñía de un color oscuro por la sangre, mientras la vida abandonaba su cuerpo lentamente.

Lo cierto es que, por más que quería a Cinna no pude evitar sonreír y sentir satisfacción ante la perspectiva de lo que iba a suceder después de esto, acaba de mover mi ficha, sé que voy a destruirlos y esto será jodidamente divertido...

Será más fácil de lo que pensé. Dijo una voz en mi cabeza.

Leila, tendrás que ser más lista porque mis piezas comienzan a encajar de manera limpia y perfecta.

Prometemelo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora