_____ y Norman. Mentes completamente diferentes, con perspectivas desiguales.
Una chica que sufre depresión y que está harta del mundo en el que le tocó vivir, se cruza con un chico el cual vive por la felicidad suya y de su familia. Viven historia...
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Otro maldito día comenzaba para la mierda, papá estaba golpeando la puerta de la habitación que compartían con mi hermana, seguramente estaba drogado, como todas las mañanas. Gracias a Dios que Karen todavia permanecía dormida, no quería que viera la escena que lamentablemente ocurre todas las mañanas. Lentamente me levante del colchón y tome mis vendas, las escondí en mi mochila y abrí la puerta con el ceño fruncido.
- ¿Que quieres?- pregunte con enojo.
- Quiero...- susurro el hombre de gran altura que estaba en frente mío.- quiero que me hagas de comer.-
- No tengo tiempo.- conteste con rapidez dispuesto a cerrar la puerta, pero sus manos detuvieron mi acción. Me tomó con fuerza por mi hombro derecho y volvió a hablar.
- Hazme de comer, o sino...- ¡tada! Se desmayo, que sorpresa.
Como rutina diaria, lo tome de ambos brazos y lo arrastre lejos, más específicamente detrás de un sillón, para que mi hermana no lo pueda ver. Aproveche ese instante y tome algo de ropa y mi mochila con las vendas para ir a la escuela, ingrese al pequeño baño que compartíamos, y comencé a desvestirse. Y ahora empezaba una de mis tantas pesadillas. Mis pecho. Mis pequeños pero indeseables pechos. Con mucha paciencia tome mis dichosas vendas y comencé a tapar las dos bolas de grasa que odiaba tanto.
Hace aproximadamente dos años comencé con esto. Nunca me vi como una chica, pero era difícil decircelo a los demás, en especial a mi padre, él esta totalmente en contra, no quiere ni pensar pensar en que yo sea un chico, pero es una realidad, yo soy un chico. Hay muchas personas que no me respetan, pero las que si lo hacen son las que más me importan, por ejemplo mi hermana Karen, ella lo comprendió al instante, "tu eres tu, y si te sientes bien, para mi esta bien". Esas palabras nunca se irán de mi cabeza, son de las pocas cosas que me guían a seguir con esta vida de mierda.
Ya con las vendas puestas me miré miré el espejo, mi rostro no se veía para nada femenino, y eso molestaba a mucha gente, en especial a mi padre. Me mire de costado, mis pechos no se notaban, aunque las bendas si, pero al fin y al cabo con una camiseta ancha no se notará. Respire hondo y salí dispuesto a levantar a mi hermana para poder llevarla a la escuela.
- Mocosa, hay que irnos.- dije ya a su lado mientras la movia del hombro con cuidado.
- Bren... ¿es tarde?- pregunto mientras se rascaba los ojos con ambas manos.
